Cada
vez que nos enfrentamos al campo laboral, inmediatamente, nos viene a la cabeza
la idea de altos niveles de producción en lo concreto, en lo material, en el
producto a entregar como fin último de la naturaleza empresarial.
Independientemente de si eres empleado o propietario de la organización, el
pensamiento industrial lego dicha idea a todas las generaciones que vinieron
luego de la Revolución, no en vano, ejercicios como instalar una bombilla en el
puesto del trabajador para que éste continuara produciendo al mismo ritmo de
noche como lo hacía de día, dieron pie a la moderna organización industrial que
tenemos hoy en nuestro tiempo. Sin embargo, el trabajo mecánico diseñado por
los ingenieros industriales, en lo contemporáneo por sí solo no da respuesta a
la necesidades ni de las organizaciones ni de los trabajadores, pues las
primeras se ven enfrascadas exclusivamente en la mecanización de sus procesos y
lo segundos, deprimidos física e intelectualmente, lo que no permite optimo
rendimiento a la hora de generar los producto a entregar.
En
función de lo anterior, es el momento oportuno para preguntarnos si en el campo
laboral, es suficiente con saber cómo se produce o por el contrario, es más
importante comprender el para que se produce, ya que ambos suelen ser cosas
distintas, el saber por ejemplo es producto del método de la investigación y la
razón, y el comprender se refiere al campo experiencial de los sucedido, un
ejemplo claro de ello es saber todo lo que se necesita para desempeñar un cargo
laboral, pero solo lo comprenderás cuando labores, nada de lo cual no somos
parte, lo podremos comprender, independientemente de las veces que nos los
enseñen, si solo nos hacen saber una parte de la cadena de producción, no
podremos comprender el sentido de nosotros en ella y de ella para nosotros.
La
educación que recibimos basa sus constructos fundamentales en la pensamiento
racional sobre el relacional, es decir, el método cartesiano es el que rige en
una gran parte del mundo, como en el nuestro, las formas y los modos en que nos
educan, y eso pasa desde la escuela parvulario hasta los estudios de pos
doctorado que tanto nos cuesta obtener. Por lo tanto, no es difícil saber
teóricamente porque los procesos formativos en el campo laboral, se conocen
como capacitación, dar capacidades a gente que ya las tiene, cuando lo que
requiere es desarrollar habilidades que les permitan comprender en que pueden
ser mas útiles y por ende más felices, el trabajo no es el fin último del
individuo, el trabajo debe convertirse en el medio para alcanzar el desarrollo
integral y la plenitud humana.
Vivir
para trabajar o trabajar para vivir, son dos visiones distintas del mismo
proceso, y nótese que hablamos del trabajo como un proceso, no como una serie
de tareas aisladas que finalmente permiten alcanzar un objetivo. Pero para
hablar de esto, es necesario complejizar el pensamiento, desarmarlo en todas
sus partes, y comprender que en cada parte esta contenido el todo, no que el
todo es la suma de las partes, como se nos ha enseñado a ver las cosas.
Facilitar
a los trabajadores, independiente del nivel jerárquico que tengan dentro de la
empresa, las herramientas metodológicas para que puedan desarrollar el
pensamiento político-estratégico, las habilidades orgánicas para poder dirigir
y delegar, y las capacidades operativas para enseñar con el ejemplo, no es un
tema de capacitación laboral, es un tema de formación en el trabajo, porque no
se refiere a una acción concreta del saber, sino a un proceso de producción, no
es la entrega del producto concreto, sino la plenitud del trabajador que lo
elabora. A más trabajadores que comprendan el proceso productivo y desarrollen
habilidades y fortalezcan capacidades para ello, mejor producto, más rendimiento
empresarial, y mejor calidad de vida para todos los que intervienen y sus
familias.
Luis Fernando Claros Posada
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