Fue la frase que retumbo en la cabeza de Federico Silva, la mañana de febrero cuando se rompió la manguera de agua que iba al radiador del auto, y se detuvo entre la avenida España y bello monte preocupado por el recalentamiento y la inmensa cola que no dejaba avanzar. El auxilio de los transeúntes y su hija menor que ya no llegaría a la escuela, lograron llevar el auto al primer cruce de la esquina bajando a la derecha, lugar donde pudo ver el inicio de las guarimbas.
Luis Fernando Claros Posada