PRE-CONFIGURADO
“Muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía
había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el
hielo”[1] Frase cual imagen de película se fijo de
manera permanente en el cerebro de Juan Pedro, nada había sido tan fascinante
para él, como encontrar el recuerdo del hielo, mezclado con la ternura de su
padre, en un evento de violencia como los que solían suceder en su barrio, y es
que para esa época, las tardes transcurrían entre el revuelo que causaban las
pandillas juveniles y la lectura que él mismo se propiciaba con la biblioteca
de la casa.
De todo había leído, y
siempre procuraba buscar en los textos algo que le explicara o por lo menos que
lo acercara a comprender que motivaba a los jóvenes del sector a vincularse a
este movimiento que venía en crecimiento desde unos meses atrás, todos los días
a las cinco de la mañana, cuando su madre lo despertaba para ir al colegio,
encendía la emisora en un programa que reportaba los muertos que había tenido
la ciudad durante la madrugada, en su mayoría todos eran jóvenes producto de la
violencia entre pandillas, él mismo desde el balcón de su casa había
presenciado estas batallas campales que al amanecer nadie comentada y cuando
alguien las nombraba, todo quedaba en silencio.
A los doce años,
algunas cosas no son fáciles de comprender, la radio, los libros y las
conversaciones con el abuelo eran una forma para acercarse a eso, a las razones
que configuraban estos comportamientos, no tenía idea de lo que quería ser
cuando grande, pero verse un día ahí, debajo de un balcón huyendo, le aterraba
profundamente, parecía que el modelo social en que vivía no dejaba creer ni
crear sueños.
Fue una época difícil,
se estaban dando formas a las condiciones para una sociedad no futuro, las calles
no eran seguras para nadie, las motos, las armas, la droga poco a poco se
estaban apoderando de los espacios comunes, de los hijos de los vecinos, se
difuminaban los juegos y en su lugar aparecían nuevos intereses, las nike, el
oro, y una billetera abultada de dinero, parecía eran los requisitos necesarios
para “ser alguien”, poco o nada importaba la historia no oficial, en los
imaginarios colectivos, se configuraba la imagen de “otro” , totalmente
desconocido a los verdaderos jóvenes que Vivian en el barrio.
Luis Fernando Claros
Posada
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