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Sobre las Guerras Modernas

Lo que se ha hecho no se puede deshacer, pero se puede evitar que ocurra de nuevo. Ana Frank

El proyecto Integrador: Sustento de los Programas Nacionales de Formación Universitaria

“educar es todo lo contrario a “hacer pensar”, y mucho más aun, es la negación de todas las posibilidades transformadoras del individuo vueltas hacia el ambiente natural y social en el cual le tocara vivir”. (Paulo Freire; 1965)

El acto comunitario de-construir conocimiento en el Proyecto Integrador

El hecho educativo responde a un proceso complejo de resignificación de las realidades que los seres humanos construyen diariamente con base a las relaciones que entablan entre sí y con otros para dar sentido a lo que conocemos como sociedad.

Recurso para el Aprendizaje: Animación en Plastilina

Luis Fernando Claros Posada, ha venido desarrollando este tipo de actividades en distintas barriadas de San Cristóbal, logrando producir junto a un grupo de 15 jóvenes entre mujeres y hombres, siete cortometrajes, que serán reestrenados junto a esta nueva producción Comunitaria en los próximos meses.

Vincular para teorizar, Teorizar para transformar la Realidad: CIVS Construcción de un proceso histórico

“Lo Único Permanente Es Que Vivimos En Un Mundo De Cambios” Heráclito de Éfeso

martes, 19 de marzo de 2019

No somos invisibles: Historia Insurgente



Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver;
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

 Porfirio Barba Jacob


No somos invisibles: Historia Insurgente

Hablar de Historia Insurgente, implica replantear el concepto de Historia, preguntarnos sobre como se construye la misma, desde la mentalidad del colonizador, y por ende, de cómo la reproduce el colonizado. Al referirnos a reproducción por parte del colonizado, se hace referencia directa a confrontar las fuentes que a este lado del mundo han servido como base para organizar los datos y teorizar desde la lógica occidental, todo lo que se dice que hemos vivido y como lo hemos vivido, específicamente a este lado del mundo, para ello debemos ir reflexionado como científicos-humanos la concepción del grito ¡Tierra a la vista¡ y atendiendo a la posibilidad de algún sonido que pueda haberse referido al ¡ Barco, Balsa, Canoa…! U otro  similar en un idioma que con el pasar de los años se hizo extraño para los pobladores de nuestra América.

Al decir esto, se considera importante, profundizar en los conceptos que permiten reconocer la carga histórica de los argumentos esgrimidos para hacer valida una u otra posición al respecto de lo que es realmente es cierto o no a la hora de hablar de una historia propia. Es menester orientar los programas Académicos de Grado,  de Maestría o Doctorado rumbo a un lugar que no nos lleve a reproducir las lógicas impuestas y obviar lo obvio por obvio, sino por el contrario hablar de ello con tanta profundidad que se pueda interpretar la lógica del colonizador no desde la postura victimizante que generalmente se atribuye al colonizado, pero tampoco desde el deseo de querer parecerse al colonizador para dejar de ser colonizado.

El rumbo pudiera ser el nosotros, el como nos construimos en lo individual (yo) para dar paso a la construcción colectiva de los otros (ellos), estudiando las formas y los modos en que las relaciones sociales conectan los puntos y pueden dar una nueva explicación de las lógicas que nos configuran como nación. Cómo se construyen las categorías de análisis que empleamos y cómo se problematizan para dar un sentido desde la otra visión oportuna y necesaria para encontrar los indicadores correctos que nos permitan ir acercándonos a una historia en que nosotros seamos los protagonistas de ella, y que nuestros aciertos-desaciertos se analicen conceptualmente para darles un sentido cercano al encuentro con todos.

Importante puede ser contemplar desde la posibilidad de seminarios, y otros procesos formativos no conducentes a grado, el replanteamiento del análisis de la historia desde las otras ciencias auxiliares, considerando una construcción de historia no precisamente entre los historiadores, sino entre todos los actores visibles y no visibles de ella, es decir; reconociendo la multiplicidad de conocimientos adquiridos a lo largo del transcurso de la vida y que han sido reflexionados por todos aquellos que en mayor o menor medida hemos orientado y dedicado parte de nuestro tiempo a reconstruir todo el entramado de relaciones que nos permite aproximarnos a un relato en el que se escuchen otras voces, que la tradición, la académica y el poder han silenciado para contar la historia como mejor les conviene.

 Es una ardua tarea,  pues  ¿Quién formó a los historiadores de hoy?  ¿Existen otros métodos para organizar los datos e interpretar la historia o el colonizar sigue enseñando a los colonizados? ¿Como hablar de  la historia conocida desde la visión nueva y develada,  considerando que estamos en los cómodos lugares que ha permitido ocupemos el Estado que la propagó?.

Prudente es diversificar la historia, hacerla conocida por los protagonistas de ella, pero además ir un poco más adelante o atrás según lo consideremos, y permitir que se reescriba desde todos los espacios en que el hombre y la mujer hacen vida, cuando nos referimos a esto, estamos entonces orientando a la construcción de una dinámica, en que se complejice la realidad, y la historia sea un eje de transverzalización para reflexionar, y considerar un sin fin de posibilidades para transformar la realidad que nos parece vivimos, la cual es producida generalmente como parte del pensamiento lógico lineal que nos heredo el colonialismo, y el cual desechó la fantasía, la realidad, y la historia tienen más de fantástica, de acto creador que de lógica binaria, donde unos ganan y otros pierden, y eso es fácil de constatar cuando nos encontramos frente a las realidades locales y vemos como ellas van construyendo el imaginario global.

La historia insurgente, parte necesariamente de un movimiento casi que a la velocidad de la luz, un proceso que no permite ni el estancamiento ni mucho menos el envejecimiento de las ideas de lo que somos y él como interpretamos lo que ha sucedido, la conciencia genera que la realidad se defina cuando dos o más actores la están observando, nos permite reconocer el tiempo y los espacios en que las cosas suceden y cómo suceden, de eso depende la inmortalidad de nuestros constructos como pueblos. Que nos ha ocurrido, que como se nos contó, omitió el relato de esta parte del contiene, nuestros pobladores ancestrales, aparecen retratados en ella, en la historia tradicional, la de los historiadores de oficio, con símbolos que luego nos enseñaron como anti valores, perezosos, lujuriosos, envidioso, e incapacidad de acciones por motivo propio. Nos han dicho que nuestra historia es la historia de héroes, generalmente blancos, y que bajo las premisas del salvajismo, la barbarie y la civilización vinieron a salvarnos. ¿De qué? Justamente de todos esos anti valores que nos contaron teníamos y en la actualidad aun marcan la pauta, para valorar quien es más o quien es menos, según los criterios elaborados por quienes se dicen vencieron.

América al igual que áfrica y parte de Oceanía en medidas similares, ha escuchado de manera constante que así se construyó su historia. Entonces, ahora, hablar de historia insurgente, debe necesariamente, conectarnos como un solo pueblo, ha de procurar permitir ver como la fundación del barrio en donde vivimos se conecta con la realidad del municipio al que pertenece, que no es extraña a las dinámicas económicas, sociales, políticas del estado que lo contiene ni del país en que geográficamente se ubica, pero no solo es eso, está conectada a una región continental, y a su vez al continente, que tienen relaciones con otros continentes, donde también existen barrios que se están fundando. La reflexión no es lineal, ni se acabo el modo de contarnos, la historia insurgente está buscando en el pasado con los mismos datos una versión visible de nosotros, es decir, un reencuentro con nuestra realidades, con nuestras formas y modos de vernos ante el otro y ante nosotros, pero también está escribiendo lo que actualmente nos sucede como pueblo, y del mismo modo como en el pasado nos busca visibilizar, en el presente nos está mostrando y lo más interesante es que está haciendo que los otros nos vean, que lo quieran o no, observen que estamos aquí, que no somos invisibles como pueblo, y que América, no pertenece a otro continente, América es un continente, y como tal tiene Derechos.

Luis Fernando Claros Posada

jueves, 14 de marzo de 2019

Sobre las Guerras Modernas


Lo que se ha hecho no se puede deshacer, pero se puede evitar que ocurra de nuevo.
Ana Frank



Sobre las Guerras Modernas



Generalmente se pretende construir al “otro” o conocer al otro desde la exterioridad que representa, es decir; desde el modo en que se ve y las formas que manifiesta, la lógica occidental, heredada de los invasores, de cualquier parte del viejo continente que nos hayan llegado, nos heredo la visión reducida del mundo cartesiano, se es exacto o inexacto, blanco o negro, hombre o mujer, y así,  con esta  forma de binominalizar todo, construyó en nuestro desarrollo intelectual, la capacidad de reducirlo todo para supuestamente “entenderlo” cosa distinta a comprender. Podríamos decir que nuestro mundo occidental, solo ve aquello que corresponde a los intereses prácticos contemporáneos y con ello deshecha o lanza a un lado, lo que le parece poco útil para la vida, las relaciones de fraternidad y empatía por el “otro”.

Y es que en la sociedad de nuestros tiempos, prestar atención al yo para poder desarrollar canales de comunicación que me permitan entenderme con el “otro”, con el diferente a mí, y de este modo poder hacerme una visión humana de sus diferencias para construir en conjunto, es un asunto poco valorado a la hora de hablar del éxito o del nivel de desarrollo de la sociedad, a modo de ejemplo, pudiéramos preguntarnos, ¿ El éxito radica en los bienes materiales que se poseen o en la forma en cómo te relacionas con el mundo? ¿ Los países buenos para vivir son los que aumentan su Pib anualmente en 2 o 3 puntos sin importar en manos de quien, o aquellos en que la gente se siente feliz y la redistribución de la riqueza garantiza derechos sociales?.

Probablemente, son preguntas fáciles de responder, dependiendo de qué visión del mundo se tenga al respecto de lo importante que es cada cosa para cada uno, y ahí está, ese es el lugar preciso en que cabe la posibilidad de sentarnos a reflexionar un poco sobre el camino que han tomado las decisiones individuales y colectivas con las cuales nuestras sociedad se han venido enrumbando durante los últimos años, indiscutiblemente la construcción de la localidad frente al mundo global, parece un asunto muy difícil de hacer, y es sencillamente, porque desde lo local, que se nos presenta como un hecho complejo (a modo de decir difícil, cuando no lo es) se le impone el carácter pragmático y resolutivo de lo global. Lo que el mundo global pauta es lo que termina convirtiéndose en valido para la visión mundial del mercado. Entonces, ocurre el fenómeno de la des-personificación, dejamos de ser nosotros para convertirnos en el “otro”, pero sin comprender las diferencias que radican en nuestros procesos locales, y se da la impresión de hacer de las sociedades un solo modelo, donde las diferencias no son permitidas, y se convierten en distinciones para parecer de espacios y realidades antagónicas.

El discurso de la dominación se instala en nosotros y se disfraza de caridad[1], el racismo, desconociendo que somos una sola raza, se mimetiza derivando en xenofobia, homofobia, misoginia y otras acciones que van en detrimento del “otro” a causa del desconocimiento de uno mismo, configurando así, lógicas que son entendibles y se justifican en el marco de un mundo global que solo responde a los intereses prácticos y visibles del mundo capital, no de las relaciones humanas. Es asi, como la guerra contra el “otro”, amparada en el discurso de protección del indefenso, da muestras concretas de que la diferencia no ha sido incorporada de forma real en el mundo contemporáneo que aboga por el desarrollo de los pueblos desde la visión del modelo global.

El miedo al “otro” producto de la incapacidad del sistema occidental para comprender y dar forma a estrategias concretas para desarrollar habilidades humanas que nos permitan relacionarlos con modos más amables y sinceros, primero con nosotros y luego con los “otro”, ha derivado necesariamente en la crisis mundial por la que actualmente estamos atravesando. Y es que cuando nos detenemos a observar con detenimiento los últimos cuatro siglos y el comportamiento que hemos tenido como raza respecto del cómo nos hemos desarrollado, no es de asombrar que los conflictos que hoy vemos como fáciles de resolver se nos dificulte operatividad acciones para hacerlo. 

Lo que las redes tecnológicas, la web, las comunidades virtuales, los prestadores de servicios de televisión nos venden como la posibilidad del mundo feliz, es sencillamente la desaparición de las diferencias humanas, el aniquilamiento total del “otro” y con ello el enjuiciamiento y la desaparición del yo, como integrante de la raza humana. No permite que nos imaginemos la posibilidad de conocer la aldea del frente, sino que nos invita a marginalizarla al punto de que ella se vea obligada a parecerse a la nuestra para poder entablar relación, no bajo las mismas condiciones de reconocimiento, sino de dominación. Se convierte una lucha, que envía al mundo contemporáneo a la forma en que se construyeron las relaciones cuatro siglos atrás. 

Parece que la técnica, lo expedito, la eficacia no solo se limita al campo productivo sino también al campo de los tejidos sociales y humanos, derivando en un mundo cada vez menos natural y por lo tanto, con menos historias que nos inviten a reflexionar sobre nosotros para intentar comprender sin miedo “al otro”.

Quizá mirando esto, pudiéramos avanzar en los asuntos que nos atañen a nosotros.
Luis Fernando Claros Posada


[1] Sentimiento o actitud que impulsa a interesarse por las demás personas y a querer ayudarlas, especialmente a las más necesitadas

lunes, 11 de marzo de 2019

PRE-CONFIGURADO

PRE-CONFIGURADO

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo[1]  Frase cual imagen de película se fijo de manera permanente en el cerebro de Juan Pedro, nada había sido tan fascinante para él, como encontrar el recuerdo del hielo, mezclado con la ternura de su padre, en un evento de violencia como los que solían suceder en su barrio, y es que para esa época, las tardes transcurrían entre el revuelo que causaban las pandillas juveniles y la lectura que él mismo se propiciaba con la biblioteca de la casa.

De todo había leído, y siempre procuraba buscar en los textos algo que le explicara o por lo menos que lo acercara a comprender que motivaba a los jóvenes del sector a vincularse a este movimiento que venía en crecimiento desde unos meses atrás, todos los días a las cinco de la mañana, cuando su madre lo despertaba para ir al colegio, encendía la emisora en un programa que reportaba los muertos que había tenido la ciudad durante la madrugada, en su mayoría todos eran jóvenes producto de la violencia entre pandillas, él mismo desde el balcón de su casa había presenciado estas batallas campales que al amanecer nadie comentada y cuando alguien las nombraba, todo quedaba en silencio.

A los doce años, algunas cosas no son fáciles de comprender, la radio, los libros y las conversaciones con el abuelo eran una forma para acercarse a eso, a las razones que configuraban estos comportamientos, no tenía idea de lo que quería ser cuando grande, pero verse un día ahí, debajo de un balcón huyendo, le aterraba profundamente, parecía que el modelo social en que vivía no dejaba creer ni crear sueños.

Fue una época difícil, se estaban dando formas a las condiciones para una sociedad no futuro, las calles no eran seguras para nadie, las motos, las armas, la droga poco a poco se estaban apoderando de los espacios comunes, de los hijos de los vecinos, se difuminaban los juegos y en su lugar aparecían nuevos intereses, las nike, el oro, y una billetera abultada de dinero, parecía eran los requisitos necesarios para “ser alguien”, poco o nada importaba la historia no oficial, en los imaginarios colectivos, se configuraba la imagen de “otro” , totalmente desconocido a los verdaderos jóvenes que Vivian en el barrio.

Luis Fernando Claros Posada


[1] Fragmento de Cien Años de Soledad. Novela de Gabriel García Márquez.

martes, 5 de marzo de 2019

Cuando la paz no es un concepto


>Cuando la paz no es un concepto
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Cuando la paz no es un concepto


Este parece ser el siglo de la Paz, pareciera que todos los conflictos bélicos del siglo XX, inconclusos por cierto, pues aun continúan disimulados bajo el velo de las conversaciones y acuerdos entre actores generadores de la violencia, que poco o nada quieren perder a la hora de llegar a un proceso real que permita construir puentes sobre los cuales edificar principios de universalidad de relaciones, que permitan reconocer al otro y reconocerse asimismo en el entramado de daño que han hecho y que les hicieron.

No se puede negar que el siglo XXI es el heredero de todo lo que se vino haciendo en los siglos pasados por consolidar la dinámica de la violencia, la esclavitud, la sociedad feudal, el mercantilismo, la industrialización, la invasión a América en nuestro caso, la invasión al áfrica, el exterminio de los cristianos, luego el exterminio de los llamados herejes en nombre de los cristianos, la guerra por las piedras preciosas, el petróleo en el oriente, todo, lo que nos podamos imaginar en materia de violencia, puede llegar a ser cierto, pero seguimos escuchando luego de cada golpe de agresión, que viene el dialogo, la mesa de concertación, el perdón, la justicia, el resarcimiento, y ¿quienes lo plantean? los que van perdiendo, no, generalmente lo plantean los que han ganado con este negocio.

Se hace difícil comprender para los factores de poder, que para construir la Paz, para darle un nombre fuerte y duradero se deben desvestir de las relaciones de poder que sobre uno u otro han venido ejerciendo durante todos los siglos anteriores y lo que va de este, el discurso que invoca la contra-hegemonia, simplemente plantea una nueva visión hegemónica, el decolonial una nueva forma de colonización, y así sucesivamente en todos los campos, y eso ocurre por un hecho sencillo, que aunque todos hablan de él, no lo practican, la necesaria transformación de nuestro modelo educativo. En ocasiones parece que todo va bien hasta que llegamos a la escuela.

En el pueblo en el que crecí, cuando estábamos pequeños y discutíamos por algo, solíamos casi de inmediato “hacer la paz o las paces” y efectivamente, resultaba que al darnos la mano, y un abrazo olvidábamos el altercado, muchos de esos muchachos con los que peleamos de pequeños aun siguen siendo nuestros amigos, aunque hayamos tomado caminos diametralmente opuestos, y en cambio con los que conocidos en los años de escuela, en la universidad donde formamos “para ser  o parecer mejores seres humanos”, luego de la discusión aunque nos diéramos la mano no logramos concertar acuerdos. Y la pregunta es ¿porque?.

La cabeza nos da vueltas constantemente pensando en cómo hago para que el “otro” llegue a un acuerdo conmigo, como tiendo un puente para que el “otro” se acerque, como hago para que el “otro” comprenda el mundo como yo lo veo, e indiscutiblemente coincidimos en que el “otro” es el que no quiere, y eso lo aprendimos en la escuela, ahí en ese lugar de conocimiento sobre los demás, no sobre nosotros, aprendimos a razonar de este modo, “Desde entonces ha sido tal la fascinación que ha producido la razón que hemos perdido otras facultades y sentimientos que nos facilitan entender y comprender, por así decirlo, a  la naturaleza desde adentro y no desde afuera”  .

Construir la Paz efectivamente es un proceso, pero no uno en que algunos están por encima de “otros” procurando mediante contratos que el “otro” no vaya a faltar a los acuerdos, no, la Paz va un poco mas allá, requiere más conocimiento, requiere volver a ordenar el orden que existe, implica revelar las relaciones, lo que está en el trasfondo del dialogo, no procurar que el “otro” haga, sino por el contrario hacer lo propio para generar condiciones que permitan a todos ser, en mi pueblo, hacer las paces indicaba tener todas las habilidades, no para olvidar lo que había pasado, pero si para continuar jugando con el otro confiando en que si yo no estaba dispuesto a volver a agredir, el otro tampoco iba a hacerlo, nadie nos enseño que eso se llamaba confianza en nosotros, conciencia de sí, y por ende, conciencia de los demás.

Hasta que llego la escuela, la escuela que hoy tenemos, la escuela que conocemos, el proceso educativo es básicamente represivo, las estructuras que lo diseñaron lo vaciaron como un molde para todos los sistemas gubernamentales, al menos en esta parte del cono sur de América, pusieron frente a todos los niños y niñas de mi pueblo que se escolarizaron, a unos maestros formados en las universidades a las que luego fuimos, que todo lo sabían y que se encontraban frente a una tropa de ignorantes, nosotros, ahí aprendimos que nuestro lenguaje era pobre, no conocíamos muchas palabras, como confianza por ejemplo, e inmediatamente aprendimos a desconfiar, aprendimos que las cosas negativas que suelen pasarnos son por culpa del “otro” y por lo tanto, racionalmente comprendimos quien era el culpable de todos los males, quien provocaba la pelea y porque, poco a poco olvidamos el lenguaje de nuestras sensaciones, de nuestras emociones, de nuestra cosmovisión y no desarrollamos uno para el mundo racional, por el contrario, hicimos de nuestro mundo, un cajón lleno de conceptos.


Ese fue el momento, en que la Paz, dejo de ser el apretón de mano y el compromiso propio a no repetir la acción que había desencadenado los hechos violentos, sino que la Paz era la Paloma Blanca, que es muy difícil de conseguir pero, que siempre que hablamos de Paz en el escuela les pedimos a los niños y niñas que pinten. Aprendimos que había color piel, vimos baños para niñas y niños, cuando en la casa había uno solo que todos usaban, en la escuela éramos distintos, no diferente;  entre tantas otras cosas, aprendimos todos los modos de lograr las cosas que queremos, incluyendo la fuerza para hacerlo.

Nuestro sentido de propiedad apareció el día que en el grupo alguien no llevo el material, y los maestros dijeron que entonces no podía hacer el ejercicio, y aunque nosotros queriendo no pudimos prestarle insumos, no lo permitieron, así aprendimos la responsabilidad, así se fue configurando nuestro cerebro para que construyéramos la Paz del presente, para resolver los conflictos, para llegar a acuerdos.

Y esa es la escuela que aun tenemos, y todos los siglos anteriores, los que solemos calificar de violentos, nos fueron configurando para que en este siglo, veamos como los poderes económicos ahogan a naciones enteras y las obligan a cambiar de Gobierno, y cuando no lo hacen las invaden, en nombre de la Paz, de la ayuda humanitaria, de la protección a los pueblos.  Y entonces es cuando recuerdo a mi pueblo, y la forma en que “hacíamos la paz, después de la pelea y no recuerdo nunca que para ello, hallamos obligado al otro a entendernos”

Luis Fernando Claros Posada

lunes, 4 de marzo de 2019

La misa


Postal de la Iglesia de San Miguel de Andújar.- Años 50-60



La misa

Entre el bullicio de la música del bar, la voz de los asistentes, y el repicar de las campanas de la iglesia ubicada a unas cuadras del reciento recreativo, Eduardo Cadavid, vecino del pueblo y reconocido comerciante de todo el valle del cauca, se encontraba sentado en la primera mesa ubicada justo después de la entrada del local, con una media caneca[1] de aguardiente y una copa a la mitad llena, con las palmas de las manos sobre la mesa, el torso firme sin señal de joroba alguna y la mirada fija observando el vacio y recordando el encuentro que temprano había tenido en el camino con los forasteros. Muchos le habían contado de los otros pueblos, pero en ningún sitio había escuchado nombrar a la Paila, dos días atrás le habían dicho que habían llegado al pueblo, pero que va, eso para él fue puro cuento.

A las dos de la tarde, bajando de la finca de los Morales con la carga de caña,  cerca de la rivera del rio, escucho los tiros y el relincho de los caballos, sin embargo no vio pájaros alzar el vuelo, detuvo el paso y a pocos metros entre los matorrales vio a seis hombres de pie junto a dos muertos. Arrió la carga y corrió como perseguido por el viento, dos horas más tarde en la tienda de Antonia la negra de Buenaventura, supo de la muerte de dos peones de la finca de los Silva, por liberales, según dijeron.

Una mano fría se poso en su hombro izquierdo, y antes de mirar a quien pertenecía, escucho con un marcado acento foráneo, “Buena noche paisano, no pensé que volvería a verlo”, eran las siete de la noche, repico la última campanada de la iglesia, y en su mente se escucho el siguiente rezo; “Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor…”[2]

-Si me muestra a Fulgencio Silva, le doy tiempo para que se vaya de este pueblo.

Luis Fernando Claros Posada 


[1] Una “caneca” es un contenedor de licor en el Valle del Cauca, mientras que en resto de Colombia es un contenedor de basura.
[2] Oración al sagrado corazón de Jesús.




Educación 0.0. Currículo en contexto.

Educación 0.0. Currículo en contexto. En el actual momento por el que atraviesa el mundo es importante reconocer las habilidades té...