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Sobre las Guerras Modernas

Lo que se ha hecho no se puede deshacer, pero se puede evitar que ocurra de nuevo. Ana Frank

El proyecto Integrador: Sustento de los Programas Nacionales de Formación Universitaria

“educar es todo lo contrario a “hacer pensar”, y mucho más aun, es la negación de todas las posibilidades transformadoras del individuo vueltas hacia el ambiente natural y social en el cual le tocara vivir”. (Paulo Freire; 1965)

El acto comunitario de-construir conocimiento en el Proyecto Integrador

El hecho educativo responde a un proceso complejo de resignificación de las realidades que los seres humanos construyen diariamente con base a las relaciones que entablan entre sí y con otros para dar sentido a lo que conocemos como sociedad.

Recurso para el Aprendizaje: Animación en Plastilina

Luis Fernando Claros Posada, ha venido desarrollando este tipo de actividades en distintas barriadas de San Cristóbal, logrando producir junto a un grupo de 15 jóvenes entre mujeres y hombres, siete cortometrajes, que serán reestrenados junto a esta nueva producción Comunitaria en los próximos meses.

Vincular para teorizar, Teorizar para transformar la Realidad: CIVS Construcción de un proceso histórico

“Lo Único Permanente Es Que Vivimos En Un Mundo De Cambios” Heráclito de Éfeso

jueves, 20 de julio de 2017

Octubre del 72 - Julio del 2017 Intentando hacernos caer

Octubre del 72 - Julio del 2017

Intentando hacernos caer

“Las revoluciones se producen en los callejones sin salida”.

Bertolt Brecht


Las elecciones del septiembre de 1970 en Chile, marcaron un precedente inigualable en la historia de los procesos políticos en el cono Sur,  el Candidato Salvador Allende resultó electo Presidente constitucional apoyado por una coalición de izquierda, llamada Unidad Popular, frente a los candidatos del Partido Nacional y la Democracia Cristiana, representantes de los interés imperiales de Estados Unidos en esta región del continente. La propuesta de Allende, era la “vía Pacífica al Socialismo” y en ella planteaba la nacionalización del cobre y de empresas que resultaban de interés para asegurar los bienes de la nación, así también como la reforma agraria y la construcción de la figura del Poder Popular, para que éste participara directamente en las decisiones tomadas por el Gobierno, es decir; todas las medidas que se tomarían irían en pro de la transición al Socialismo.

Es importante reconocer que la guerra fría se recrudecía en el mundo, y la visión unipolar de los Estados Unidos, no podía permitir otro Vietnam en Latinoamérica, Allende, estaba llamado a enfrentar un feroz enemigo externo, que se hallaba apoyado por el Partido Nacional de tendencia derecha, y la Democracia Cristiana, la cual orientaba su política a pactos con el capital extranjero,  más que a consenso con el pueblo chileno.  El ambiente se politizó a tal modo, que la agudización de la lucha de clases se hizo presente sin necesidad de que se le invocara, el Gobierno de la Unidad Popular, comenzó su lucha sin imaginarse las herramientas de barbarie que maneja el enemigo, el nivel de agresividad y menos aún, la ambición desmedida por el control económico.

El 9 de octubre de 1972 dio inicio al Paro de Patrones  o también conocido como Paro de los Camioneros, básicamente, todos los dueños de transporte decidieron parar haciendo frente al Gobierno de la Unidad Popular, afectando no solo la económica chilena sino también, la distribución de alimentos, el transporte público y a los ciudadanos que no contaban con vehículo propios para trasladarse. 3.800.000 personas tenia Chile en edad activa para trabajar en ese momento, y el 21 de octubre al alrededor del 95% se encontraba laborando a pesar del paro nacional convocado por la derecha,  información que daría el mismo Presidente durante la conferencia de prensa concedida a periodistas nacionales y extranjeros en la oficina de información y radiodifusión de la presidencia. Años después se desclasificarían documentos de la CIA[1]que contarían la verdad de un paro dirigido a boicotear la gestión Revolucionaria.

45 años han pasado, desde aquel octubre en que Chile se paralizó pero, los bolsillos de los dueños de camiones siguieron engordando. Hoy es 19 de julio de 2017, el Presidente de Venezuela, es el Compañero Nicolás Maduro, y ésta es nuestra vía al Socialismo, actualmente, nos afectan problemas similares a los que afectaron a la gestión del Presidente Allende, día a día se repiten esquemas similares a los que se enfrentó el pueblo chileno una vez que tomo la decisión de darse el Gobierno elegido por las mayorías, aquí también, tenemos un pueblo que resiste la canalla mediática y económica que intenta torcer el brazo del Poder Popular y de las organizaciones políticas de izquierda que respaldan las decisiones de la Revolución.

Hace unos días, el pueblo de Venezuela, dio una manifestación de Democracia incomparable con otros procesos políticos incluso desarrollados en Estados Unidos, pues 11.000.000 y un poco más de personas acudieron a un simulacro rumbo a las lecciones venideras, de las cuales, el vencedor seguramente será el pueblo, pues en ella se elegirán los representantes de la mayoría que comparte el sueño de la Revolución Bolivariana y acompaña la Gestión de Gobierno Nacional, haciendo frente a la agenda de violencia plateada por la extrema derecha enquistada en el país.

Vemos con ocupación,  más que con pre-ocupación, el llamado de factores adversos al Gobierno, a un paro nacional indefinido, a un paro de patrones del servicio público, que seguramente así, como fue financiado en Chile del 72, está siendo financiado en la Venezuela del 2017. Ante acciones de esta índole, deben marcarse precedentes de igual similitud, el paro afecta al pueblo, no a las minorías burguesas que lo auspician.  A nivel nacional, tenemos los rojitos[2], y en los batallones gran cantidad de camiones que en la mañana solo se calientan para ser guardados de nuevo,  debemos ponerlos a funcionar en favor de las grandes mayorías, las corporaciones de transporte financiadas por el Gobierno Nacional, no deben requerir de autorización para transitar por las vías, pues las concesiones que se han hecho a los privados, pueden ser revocadas y pertenecen a la nación. Los vehículos militares deben apoyar el servicio público y mostrar que la unión cívico militar existe, y que unidos somos un solo pueblo.

La Revolución Bolivariana vino para quedarse, la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente ya es un hecho, “De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero Presidente de la República”[3].No podemos olvidar que la historia de la derecha, siempre ha sido la historia de la opresión, del absolutismo, y en los tiempos modernos que hoy nos corresponde vivir, del Fascismo Ordinario.

Que octubre del 72 no se refleje en el Julio del 2017, que Chile no sea un espejo para Venezuela, que el llamado construir la Patria Revolucionaria sea más fuerte que los interés imperiales por soslayar la dignidad del pueblo del Bolívar, de Chávez y de todos los que hoy más que nunca, estamos convencidos de que otro mundo es posible, solo si es Socialista.

¡LUCHAMOS HASTA VENCER, CON LOS TRABAJADORES AL PODER!


Msc. Luis Fernando Claros Posada
Investigador de Procesos Educativos
PUBLICADO EN : https://www.aporrea.org/actualidad/a249526.html


[1] Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la cual financió económicamente el golpe de estado a Salvador Allende en el año de 1973.
[2] Autobuses rojos entregados por el Gobierno Revolucionario para la mejora del transporte público en el País.
[3] Fragmento del discurso de Salvador Allende por Radio Corporación a las 7:55 am del 11/09/1973.

martes, 18 de julio de 2017

La memoria de un Conflicto

RESUMEN


La memoria de un conflicto, procura en dos secciones, plantear la importancia de la restitución de la memoria para avanzar en el tema del reconocimiento de uno mismo, del otro, y de las cosas que se pueden hacer en conjunto a los fines de fortalecer relaciones sociales que en el mundo contemporáneo actual se ven resquebrajas como producto de la visión reducida de los conflictos a temas meramente instrumentales para darles solución. El entramando de subjetividades, lo que es, lo que se ve, lo que no es y no se ve, permite desarrollar desde el planteamiento del descubrimiento de América, un proceso conflictivo de identidad que la educación en lugar de mediarlo, ha agudizado en cada uno de los contenidos que ha impartido históricamente.


La memoria de un Conflicto
Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?.
Shaman de los Indios Chamacocos[1]


SECCIÓN I

El descubrimiento: Repaso de  lo que significa para nosotros hoy

Referirse al descubrimiento de América, es remitirse inmediatamente a una historia ajena a la realidad que han vivido nuestros pueblos, si el descubrimiento es el hallazgo de lo desconocido, ¿Qué ocurrió en 1492, con el arribo de España a las costas de las islas hoy americanas? La versión oficial de los libros de historia con los que se ha intentado dar forma al pensamiento americano de los últimos cinco siglos difiere en un alto porcentaje de los parajes contados a la luz de la realidad de diversos pueblos que en dichos textos se homogenizaron y terminan convirtiéndose en el reflejo de lo que el pensamiento occidental proveniente de la península ibérica quiso hacer de ellos.

Descorrer el velo tembloroso con que el tiempo oculta a nuestros ojos aquellos parajes encantados de la niñez; aspirar las brisas embalsamadas de las playas de la adolescencia; recorrer con el alma aquella senda de flores, iluminada primero por los ojos cariñosos de la madre, y luego por las miradas ardientes de la mujer amada; traer al recuerdo las primeras tempestades del corazón, las primeras borrascas del pensamiento, los primeros suspiros y las primeras lágrimas de la pasión, es un consuelo y un alivio en la adversidad; (Vargas Vila, 1998:5)
Nacer y crecer en América, es intentar buscar en el otro, el yo perdido, es compartir históricamente y por herencia cultural, un tiempo sin pasado, más allá que aquel que se dio como sino de un destino que irremediablemente lleva al estudio del modo de actuar de una civilización distinta a la nativa, para en ella comprender los quehaceres de la propia, de la que se restituye con cada siglo que pasa y con cada nueva nota que los investigadores hallan registrada en los textos sin registro oficial,  pero que dan fe de la mirada distinta, de las lágrimas secas, de la adversidad que las caricias de la madre y los recuerdos del amor perdido han dejado en el ADN de los pueblos que fueron arrasados, pero nunca reducidos en su dignidad, pues de ella ha surgido la visión que hoy se restituye sobre el descubrimiento.

La memoria más allá de una función cerebral, se convierte para los casos de historia en un referente imprescindible que da certeza de la continuidad de la dinámica relacional de los individuos que comparten un mismo territorio. El mal llamado descubrimiento de América, encuentra interpretación a partir de ella, no es  igual la visión del opresor que la visión del oprimido, no significan lo mismo el relato de la víctima bajo la sombra del victimario que el del victimario convertido en víctima. La memoria ha de servir para comprender una realidad diferencial no exclusivamente fenoménica, porque el tiempo histórico no debe supeditarse exclusivamente al desarrollo de los fenómenos, sino por el contrario debe cumplir funciones de coordinación entre los elementos que no son dependientes directos del pensamiento ya que el cuestionamiento de la experiencia no puede someterse a él.

América para los americanos del sur del sur (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil) frente a los del norte del sur (Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, entre otros), no representa el mismo tiempo ni el mismo  espacio, producto de las relaciones económicas, políticas y sociales que han desarrollado con pueblos de otros continentes y entre sí.   Por ello, hablar de América, acarrea reconocer la unidad en la diversidad, implica reconocer que es grande el amor de la tierra,/que es triste la ausencia/que deja el ayer.[2] Compromete a los pueblos, a mirar al otro antes de juzgarlo, para aprender de nuevo a darle valor a la historia en común, debe necesariamente desenredar la madeja de ideas que no ha permitido liar con el conflicto de nuestros tiempos, con la oposición a los planteamientos nuevos que no contemplen la postura del absoluto para solventar las situaciones, el mismo opresor que sin mayor discusión no enseño a ser del modo en que hoy somos.

Jelin, plantea que la reflexión sobre el tiempo, el pasado y los cambios sociales presenta tres maneras de pensar las relaciones; a saber;

En primer lugar, la memoria como recurso para la investigación, en el proceso de obtener y construir “datos” sobre el pasado; en segundo lugar, el papel que la investigación histórica puede tener para “corregir” memorias equivocadas o falsas; finalmente, la memoria como objeto de estudio o de investigación. (2002:63)
En función a esta orientación, el papel que juega la restitución de la memoria colectiva para américa, constituye un proceso minucioso de investigación, inicialmente en el plano local, que permita visibilizar la dinámica de las relaciones que nos fueron impuestas, pero también, aquellas que se han mantenido en el tiempo, propias, y que han sufrido alteraciones en mayor o menor grado, dando fe del origen de las posiciones que en ocasiones parecen irreconciliables como sociedad, y que desembocan en conflictos no resueltos de manera violenta entre ciudadanos. A bien tiene Galeano decir, en sus escritos sobre el descubrimiento;

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. (2006:53)

SECCIÓN II

Memorizar, nuestro estudio contemporáneo actual

El termino memorizar hace que palabras como memorización y rememorar casi de modo inmediato vengan a nuestro cerebro y se presenten ante nosotros como imágenes de un pasado que ya hemos visto, hemos aprendido y estamos dispuestos repetir, ejercicio común practicado por los estudiantes y los docentes que lleva a ejecutar acciones en base a postulados literales de conocimientos adquiridos mediante la memoria mecánica, fruto histórico del hecho educativo en que las fechas de nacimiento y de muerte, los nombres de los reyes y los héroes nacionales, cobran el valor supremo del proceso de aprendizaje, sin previa comprensión de las relaciones que permitieron hoy se hable de ellos y se les tome como referencia para justificar relaciones sociales. Contenidos que indiscutiblemente han perjudicado y dificultado el desarrollo de facultades mentales de pueblos enteros, que continúan la laboriosa jornada de intentar salir del reduccionismo impuesto por el estado moderno con base a las creencias de la colonia imperial.

La visión de la América conquistada por España, es el reflejo del modelo educativo que redujo a los habitantes originarios a la visión de Europa, no permitiendo ver otra civilización presente en el continente, ni mucho menos reconocer que lo que se denominó “esta raza inferior; había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo”. (Galeano; 2006:55). Aquí hace falta el recuerdo, existe ausencia de subjetividades que a la luz de un buen planteamiento metodológico puede brindar un sendero más parecido a lo que en el fondo como americanos de todas las partes del continente, podemos sentir no se ha explicado de la manera correcta; allí, en el no lugar entre nosotros y los otros, es menester relacionar la historia y la memoria, como punto de partida para una nueva temporalidad en que los conflictos se resuelvan por la vía pacífica y los colectivos humanos reflexionen sobre su participación y compromiso con las nuevas formas de hacer vida.

El auge de la memoria, en los últimos tiempos, es motivo de preocupación para los historiadores, ya que se considera que;

el problema está en que se pueden cometer “errores” en el recuerdo y en la transmisión, sea voluntaria o involuntariamente –incluyendo los lapsus y “malas jugadas” del inconsciente. De ahí la preocupación por la autenticidad y la sinceridad de los relatos, lo que lleva a poner mucho énfasis en los recaudos metodológicos, introduciendo controles y pruebas diversas para acercar el recuerdo a “la verdad” de los hechos ocurridos. (Jelin; 2002:68)
En términos de La Capra, “la memoria sería la creencia acrítica, el mito, la "invención" del pasado, muchas veces con una mirada romántica o idealizada del mismo. Y la historia sería lo fáctico, científicamente comprobado, de lo que “realmente” ocurrió” (2009:16). El hecho educativo, juega un papel de guía como ningún otro proceso puede hacerlo, ya que el público cautivo, desde la primera infancia, lo tiene él, necesariamente, toda la nación pasa por las aulas y todos los espacios se convierten en lugares precisos para enseñar y para aprender.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. (García, 2007:16)
Cien años de soledad, cinco siglos de otra historia, son palabras instaladas en el imaginario colectivo de las sociedades americanas contemporáneas actuales, la base de los conflictos radican ahí, la homogenización de las comunidades ha pasado necesariamente por el impacto educativo en las memorias de cada pueblo, a través del estudio de la historia sin arraigo local, sin fibra sentimental que haga el común se pregunte por la otra forma de ver y de hacer las cosas, por el conocer y el convivir con el semejante, con el igual a mí en contradicciones y el diferente en planteamientos.

Los procesos sociales del ahora, lo que nos atañe como sociedad, son actualmente sujetos de investigación y estudio desde diversas ramas del conocimiento, la familia, las migraciones, la sexualidad y las mentalidades individuales y colectivas son sujeto de análisis que procuran entender el accionar individual y colectivo de los individuos, para transformar realidades del entorno económico, político, social y cultural de quienes comparten el territorio y son afines a ideales. La memoria ha de fungir como punto de partida para ello, debe apropiarse del espectro y permitir darle voz a los callados, una memoria construida desde lo local, puede abordar la global, ella es una memoria colectiva que en “oposición al postulado positivista, une la interpretación completa y el análisis causal, a la comprensión de los conjuntos y los significados” (Halbwachs; 2004:32).

Avanzar es entonces, reconocer las diferencias internas para comprender las colectivas, ejercitar el yo, el él, el nosotros, para iniciar un proceso de construcción colectiva, en el que las relaciones sociales se visibilicen, se trabajen en conjunto, y como política pública ponga sobre la mesa, la imperiosa necesidad de interactuar entre todos para que el mañana sea menos agresivo y quizá un poco más acorde a lo que alguna vez se dio como civilización antes de que la visión reduccionista del imperio español, posara sus ojos sobre las riquezas materiales del continente, relegando la espiritualidad y las subjetividades al plano de los olvidos en que el recuerdo, solo es una quimera de algo que ya no conocemos.

 Luis Fernando Claros Posada



Bibliografía

Galeano, E. (2006). Ser como ellos y otros escritos. Editores Siglo XXI. España.
García M, G. (2007). Cien Años de Soledad. Editorial Alfaguara. España.
Halbwachs, M.(2004). La memoria colectiva traducción de Inés Sancho- Arroyo. — Zaragoza : Prensas Universitarias de Zaragoza. España.
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo Veintiuno. España.
La Capra, D.(2009). Memoria después de Auschwitz. Prometeo. Buenos Aires, Argentina.
Vargas Vila, J.M. (1993). Aura o las Violetas. Editorial Panamericana. Colombia.






[1] Pueblo indígena del Chaco Boreal (Paraguay).
[2] Parte de una estrofa del vals peruano Todos Vuelven de César Miró - Alcides Carreño.

sábado, 8 de julio de 2017

La Educación Socialista

La Educación Socialista


Si yo sé que sé poco, me esforzaré por saber más, pero si un hombre dice que es comunista y que no tiene necesidad de conocimientos sólidos nunca saldrá de él nada que se parezca a un comunista.
W. Lenin.



RESUMEN

La educación Socialista, se presenta como un campo poco visible en el presente producto de que las ideas de desarrollo social, se fundamentan en las políticas que propenden al libre mercado, y dar por sentado que la sociedad tal y cual funciona lo hace de la manera correcta, invisibilizando así, a un alto porcentaje de la población mundial que ha visto en ella la alternativa para cambiar la dinámica relacional del poder económico, político, social y cultural del planeta. En el presente documento se ha pretendido abordar el núcleo de la formación, la relación con la vida y la postura clasista de ésta, en relación al modo como es concebida en el sistema  Socialista en relación al sistema Capitalista.


El núcleo de la formación

Referirse a las ideas pedagógicas a partir de la conceptualización de la educación en el campo Socialista, remite de manera indiscutible a la visibilización de aquellos valores que permiten construir un mundo distinto al que las relaciones de dominación de unos sobre otros han pretendido incubar en el pensamiento universal de los dos últimos siglos. Pareciera que la idea del mundo unipolar fuese el constructor de todas las dinámicas sociales y con ello, de lo que conocemos como educación, históricamente, aislada de las grandes capas de la sociedad que se reelabora así misma para no desaparecer ante el desarrollo salvaje de los monopolios económicos que arrasan con todo compromiso solidario que permita ver el mundo desde otra óptica.

La cultura proletaria como bien lo plantea Lenin en su discurso “las tareas de las uniones de la juventud” [1], no nacerá si no se conoce la cultura producida por el desarrollo humano, ya que este proceso de conocimiento es el que permite reelaborar, en términos de Lenin, la nueva cultura necesaria para el modelo económico, político y social al cual están llamados los comunistas. Esto pasa indiscutiblemente por la escuela, por sus formas de educar en lo objetivo y por las ideas de sociedad que ella promueva desde lo subjetivo de las relaciones sociales, por su método.

La multipolaridad hace parte justamente, de ideas construidas en escuelas que responden a intereses particulares de quienes las desarrollan, la diversidad, así como la unicidad de criterios son producto de ello.  El núcleo fundamental para el desarrollo de la educación Capitalista se basa en la disciplina como principio rector de las relaciones de poder, donde unos dominan y otros son dominados, justifica su expansión en ella, y nada debe discutirse fuera de los limites que ésta impone a unos sobre otros. Caso contrario se presenta al hablar del hecho educativo desde el campo Socialista, pues en este último, el núcleo del proceso es la conciencia de clase, la cual se ocupa constantemente de aclarar y comprender la totalidad del ser social a partir de explicarse el funcionamiento de cada unidad que lo compone.

La relación con la vida

La contextualización del aprendizaje hace parte imprescindible para conocer, la educación fuera de contexto generalmente se limita a reproducir aspectos teóricos de memoria, sin internalización ni reflexión de las causas y efectos que ellos producen en la vida de quienes los portan y en la de quienes los enseñan. Se limita a conocer, sin hacer, sin desarrollar el ser y sin promover el convivir. Medio da forma al producto inacabado que es el ser humano.

El proceso de enseñanza y aprendizaje debe ante todo, estimular el carácter político del sujeto en proceso formativo, llámese a éste docente o educando, ha de proveerlo de herramientas que le permitan organizarse de manera autónoma y desarrolle habilidades que le permitan trabajar de manera  colectiva en busca del bien común, como base para la satisfacción de necesidades de carácter individual,  que le genere condiciones para comprender que la vida social se construye entre todos y que el progreso se evalúa con base a los logros alcanzados en colectivo.

Se procura una educación ligada a lo técnico, para que la ciencia y la razón construyan un binomio inseparable en la interpretación del mundo que rodea al individuo, para que la inteligencia florezca unida a la voluntad de aprender, de conocer y de ser, para construir a partir de las diferencias una sociedad en que el compromiso con el otro refleje el compromiso con uno mismo; buscando así, en el ejemplo, en el hacer las raíces de la solidaridad y de una paz duradera.

La educación Socialista no ha de subordinar el aprendizaje a las leyes del mercado, no actúa en desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje a partir de la cantidad de respuestas con base a las preguntas estudiadas,  sino por el contrario reconstruye el mercado a partir del aprendizaje obtenido del estudio y la práctica de las dinámicas que lo rigen, adapta el método a la edad de los educandos para garantizar que la reflexión sea acorde a su desarrollo biológico y psico-social. No se afana en tener resultados a corto plazo cuando entiende que las cualidades van ampliando sus horizontes invisibles hasta convertirse en hábitos lo suficientemente fuertes como para que otros puedan apreciarlos y aprendan también.

La división Clasista

La división social de clases, puso a un lado a los poseedores de los medios de producción y al otro a quienes desprovistos de éstos últimos, solo tienen su fuerza de trabajo para enfrentarse a la vida de nuestros tiempos. El Socialismo científico, estudio las relaciones de su génesis, y fundamentó las lógicas en que ella se desarrolla, los diversos escritos de Marx fueron transversalizados por el carácter educativo de éstas relaciones y lo que el trabajo significaba para el impulso o el estancamiento del sistema capitalista en pleno desarrollo de la Europa del siglo XIX, y en la América del siglo XXI.

La burguesía, creadora del Estado Liberal Burgués, y por ende de todas las instituciones que lo conforman y que hoy, todavía subsisten dando cuenta de las formas de dominación que se impusieron sobre las grandes mayorías a partir de las ideas de superioridad basadas en lo mágico religioso y lo natural de la desigualdad, ha sustentado gran parte de su ilusión en el hecho educativo, distanciando a un grueso sector de la población de procesos formativos que permitan desconolonizar el pensamiento y promuevan las condiciones para hacer de cada ciudadano un posible gobernante.

El carácter clasista de la educación burguesa, dividió a los habitantes en obreros cualificados y ciudadanos con habilidades para gobernar, la escuela tradicional reproduce esta dinámica, en el momento en que los aspectos teóricos no se vincular de manera practica con la realidad que circunscribe al educando. La educación Socialista por el contrario toma como medio pedagógico al trabajo, a la práctica para vincularlo a partir de la reflexión con la teoría que sustenta el hacer, esto implica que se vira en trescientos sesenta grados, las ideas de la sociedad de desiguales, y se promueve que la enseñanza clásica, característica del modelo burgués, se unifique a la enseñanza profesional, dotando de cualidades el hecho educativo que lleven al encuentro de una praxis liberadora que a su vez cumpla entre sus objetivos, la redimensión del concepto de vida en sociedad.

Luis Fernando Claros Posada

Bibliografía
FREIRE, Paulo. 1972. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI Editores. Buenos Aires. Argentina.
FREIRE, Paulo. 1997. Pedagogía de la Autonomía. Nova Crítica. Sao Paulo. Brasil.
GADOTTI, Moacir.2012.Educar para otro mundo posible.CIM. Venezuela. Caracas.
GADOTTI, Moacir.1998.Historia de las ideas pedagógicas. Siglo XXI Editores. México.





[1] Octubre de 1920, refiriéndose a la vieja escuela como base fundamental para construir la nueva escuela y con ella el fortalecimiento del carácter clasista necesario para la Revolución Comunista.

De Nuestra Escuela a la Escuela

De Nuestra Escuela a la Escuela


La “hominización” no es adaptación: el hombre no se naturaliza, humaniza al mundo. La “hominización” no es solo un proceso biológico, sino también historia.
Paulo Freire

RESUMEN


El presente trabajo llamado De Nuestra Escuela a la Escuela, aborda la conceptualización de la escuela tradicional en la educación básica, y de la educación nueva activista en la secundaria, a partir de un ejercicio de memoria desde la mirada contextualizada de lo que significó a grandes rasgos el hecho educativo en la formación del autor, para cerrar con El Reto de la Formación de Nuestro Tiempo,  a modo de planteamiento para acercarse al debate de la importancia del proceso educativo mas allá de la masificación como dato cuantitativo de política pública, y verlo como cualidad necesaria para la construcción de la sociedad que se configura como venezolana en el siglo XXI.


1.1  Lo tradicional  de nuestra escuela primaria

La década de los ochentas, tiempo cronológico que definió la generación que hoy cuenta con treinta y algo más de años,  antes de los cincuenta, mezcló a una velocidad impresionante las ideas del mundo presentes en diferentes concepciones de él, logrando con ella, sobreponer imágenes fantásticas de libertad, desarrollo y unidad sobre visiones concretas de independencia, elaboración y diversidad. Ese es nuestro tiempo.
La Globalización es en realidad un eufemismo utilizado en lugar de "transnacionalización", es decir, la expansión sin límites de las corporaciones transnacionales en la economía mundial, en particular en los países en desarrolloInstituciones multilaterales como la OMC, el FMI y el Banco Mundial juegan un papel clave en este proceso. (Raghavan 1997: 63/64)
Los maestros de la primera infancia, inmersos en el hecho educativo tradicional conocieron por diferentes razones de nuevas prácticas para la América, prácticas que ya a finales de siglo XIX Europa y la corriente naturalista había empezado a teorizar y sobre todo a  materializar, éste tipo de pensamiento tenía un fuerte asiento en ideas liberales e izquierdistas las cuales centraron su objetivo en revisar los planteamientos educativos que sustentaban  el futuro por venir.  

Nuestra escuela, de gran infraestructura, de múltiples salones y de dos canchas inmensas, funcionaba acorde al planteamiento de que el maestro era la base del éxito educativo, y se hacia un gran esfuerzo por repetir y memorizar todo aquello que era relativo a las ciencias básicas requeridas para desarrollarse acorde a la ética y los valores ideológicos de la sociedad en que crecimos.

No tuvimos maestros de izquierda, pero tampoco se puede decir que los que teníamos eran de derecha, hoy parece ser que eran la génesis de la mezcla del miedo a la derecha y el temor a la visión de la izquierda, cosa desconocida por lo demás, producto de la cruzada neoliberal contra todo lo que pudiera parecerse a marxismo en el continente. Las ideas pedagógicas se batían entre el deber ser, lo estipulado, lo que siempre contaron, y algunas experiencias en distintas localidades del continente; el mercado global se perfilaba como el mentor de una generación despolitizada, ahistorica y sobre todo desigual en la prácticas cotidianas de la vida. “La escuela que tenemos hoy nació con la jerarquización y la desigualdad económica generada por aquellos que se apoderaron del excedente producido por la comunidad primitiva” (Gadotti, 1998:9)

Como no pensar en el hecho educativo, cuando él, se encargó de trazar las líneas para lo que se requiere como base fundamental de comprensión de la sociedad de ese tiempo, la pasividad. Decretar orden por violencia es crear desorden [1], la mera transmisión de información aislada de la experiencia vivencial de los alumnos, refleja un proceso educativo, que en medio de las revueltas producidas a nivel económico en el mundo, necesariamente debe cambiar su modos y sus métodos de enseñar, el aprendizaje no puede orientarse a la reproducción de los haceres y los quereres, la escuela de nuestro tiempo, se quedo ahí, como suspendida en un espacio no relacionado con la vida, como en un compás disonante del baile que se avecinaba. Nuestros maestros representaron las verdades acabadas de una historia que no había terminado, ahí fungió la escuela tradicional de la primera infancia, como la base para afrontar el camino, para vivir el desorden y aprender cómo dar forma a las ideas del tiempo que nos tocó vivir.

1.2  El centro de interés de la escuela nuestra secundaria

El final de los años noventas, mostró en diferido[2] a todo el continente los resultados de las políticas neoliberales aplicadas en distintos países de su geografía, la consagración de la educación como derecho se alzó como bandera ante la toma de medidas económicas y políticas que reclamaban que Así como el pez sólo puede vivir en sus aguas, así el jefe de Estado sólo puede dominar sin violencia[3], lo diverso se hizo diario a partir de las individualidades y el libre desarrollo comenzó a fortalecer las bases para iniciar  la compleja tarea de relacionar lo aprendido con lo vivido. El final de los noventas, se vivieron en las mismas infraestructuras escolares, pero quizá no en la misma escuela. “El primer paso en la liberación de los hombres de las cadenas externas era emanciparles de las cadenas internas de las falsas creencias e ideales” (Dewey, 1998: 9).

La secundaria comenzó a interrogarnos sobre nosotros, la memoria como tiempo cronológico empezó a preguntarnos sobre los fenómenos de ese tiempo, la despolitización trajo consigo la idea de la política y el carácter económico de la sociedad, avizoro por vez primera el entramado de relaciones que nos tenían viviendo en la misma aula, pareciera que allí, el pensamiento y el ser comenzaron a relacionarse. La concepción del Poder como capacidad de hacer, inició una larga batalla entre quienes defendían el magistrocentrismo y los que abogaban por el paidocentrismo, el aprendizaje considerando el centro de interés del educando, fortaleció sus redes en nuestra educación secundaria.
Imposible desconocer que la escuela nueva, ya tenía experiencias memorables en el continente, pero en nuestra escuela pasaron a finales de los noventa, la incursión en este nuevo modelo educativo, permitió que el educando ganara “distancia para ver su experiencia, “ad-mira”. En ese mismo instante, comienza a descodificar” (Freire, 1972: 8), la actividad y el interés en ella a partir del ejercicio del hacer transformó la dinámica relacional y comenzó a explicar procesos sociales que necesariamente desencadenaban en la resolución de conflictos con los cuales no se había aprendido a mediar en los años anteriores. Ciertamente, nuestra escuela tradicional convive con la nueva escuela de secundaria, pero el reconocimiento de la capacidad creadora y la forma de elaborar conocimiento dan muestras del presente en construcción.

Lo absoluto de la básica, se tornó relativo en el momento de enfrentarlo a la práctica, la construcción del pensamiento de nuestra escuela dio matices en el que las diversas ideas podían confluir y eran susceptibles de comprobación mas allá del dogma que la sostuviera. Afloró la revolución del pensamiento cuando aun éramos niños, sin embargo, esto es solo el principio del largo camino por un modelo educativo emancipador, por formas de enseñanza y aprendizaje liberadoras, por espacios nuevos donde las cualidades valgan tanto como las cantidades en materia de educación.

1.3  El reto de la formación de nuestro tiempo

Crecer entre el modo tradicional de educar y el nuevo modo activista de formación, en un mundo convulsionado por todos los procesos instantáneos de relación social, económica, política e incluso cultural, ya daría suficiente para pasarse lo que quede de vida biológica debatiendo sobre el cómo, el porqué y el cuándo deben ser los cambios para avanzar en el modelo que necesitamos como sociedad. Todo ha pasado muy rápido, “el mundo no es, el mundo está siendo” (Freire, 1997:85) y no podemos cambiarlo si continuamos viendo de la misma forma, las lógicas relacionales impuestas por el sistema económico imperante, hacen parecer que todo es normal como sucede, y así, justifican las inequidades y desigualdades de un modelo de sociedad que nos pertenece, pero que dudamos en construir.

“Conocer es tomar posesión. Pensar es trabajo de reflexión” (Chaui, 1984:60) el proceso formativo fundamentalmente debe orientarse hacia ese camino, los salvadores son creados por el mundo de las ideas de dominación, la divinización no cabe en el mundo racional, en el campo de las transformaciones, orientar el proceso educativo a la revisión del orden de las cosas y a partir de ahí trabajar los modos para darles un nuevo orden, hace parte de los retos fundamentales en el marco de una formación pública de calidad,  educación que combata las ideas de ineficiencia que suelen acusársele a los modelos políticos y económicos distintos al capitalismo. A un siglo de la propuesta de la escuela nueva, todavía es la escuela tradicional la que forma a los encargados de los nuevos modos educativos, es importante reconocer que en beneficio de aquello que es nuevo, joven, activo y revolucionario el conservadurismo se ha encargado de no dejar florecer las ideas de este tiempo.

Las transformaciones sociales, pasan necesariamente por el proceso educativo, sino logramos sentar las bases para la conciencia no debemos pensar en el cambio de relaciones entre personas, el mundo no es uno solo, por el contrario es el puzle de muchos mundos que permiten comprender el nuestro, el lograr ubicar el lugar donde nos encontramos permitirá que el pensamiento se descolonice, se haga irreverente y capaz de virar las fuerzas que hoy nos oprimen. La formación en este sentido debe comprender tanto a quien cumple las tareas de formador como a quien vemos en formación, porque para enseñar es necesario sentirse capaza de aprender incluso de la primavera que tenemos frente a nosotros.

Luis Fernando Claros Posada

Bibliografía
CHAUI, Marilena. 1984. ¿Qué es ser educador hoy?.Graal. Rio de Janeiro. Brasil.
DEWEY, Jhon.1998. Democracia y Educación. Ediciones Morata. España.
FREIRE, Paulo. 1972. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI Editores. Buenos Aires. Argentina.
FREIRE, Paulo. 1997. Pedagogía de la Autonomía. Nova Crítica. Sao Paulo. Brasil.
RAGHAVAN, Chakravarti.(1997 enero-febrero) ¿Qué es la globalización? En revista del sur 63/64. Montevideo, Uruguay.
GADOTTI, Moacir.2012.Educar para otro mundo posible.CIM. Venezuela. Caracas.
GADOTTI, Moacir.1998.Historia de las ideas pedagógicas. Siglo XXI Editores. México.






[1] Para conocer el texto integro, se recomienda leer: El poder de la no violencia. Lao Tse.
[2] reproducción de datos, imágenes o sonidos que se hace en un momento o fecha posterior al de su grabación.
[3] Para conocer el texto integro, se recomienda leer: Dominar sin violencia. Lao Tse.

lunes, 3 de julio de 2017

La memoria local como aporte a una historia Nacional de la Violencia

La memoria local como aporte a una historia Nacional de la Violencia
Aproximación a una historia contemporánea de la Violencia Política en Venezuela

Introducción

La historia la hacen los historiadores, la vida la hacen los hombres, la primera cuenta de relaciones sociales y sucesos,  la segunda las crea y promueve los hechos. El siglo XX inundó de conflictos bélicos todo el planeta, América del Sur,  sufrió las consecuencias intestinas de las guerras de independencia y el inicio de gobiernos sin más autonomía política que aquella que Norte América y parte de Europa les permitió; la década de los sesentas con los derrocamientos militares a Gobiernos Caudillistas, liberales o de inclinación Popular,  marcó una postura basada en la resolución de conflictos no resueltos entre el mundo desarrollado y el tercer mundo, a través de la imposición del más fuerte sobre los débiles.

Bastante se habla de Violencia Política en cada una de las décadas vividas en Venezuela durante el siglo XX, prevaleciendo la concepción instrumentalista de ella y diversas tendencias, según la postura ideológica y las justificaciones que  acompañan a cada interpretación de la misma; todo ello referenciando un mundo abstracto en el que los estudiosos, historiadores, sociólogos, politólogos entre otros, encuentran las razones y sostienen posturas según les corresponda.

Ahora bien, si los hombres son quienes dan cuenta de las relaciones sociales y promueven los hechos o sucesos, ¿cuál es la razón, para que una historia de la violencia política contemporánea en Venezuela no pueda ser contada por ellos, mas allá de los títulos académicos que puedan representarlos? El presente trabajo se orienta a abordar la importancia de la memoria local, en torno a los procesos de violencia política para construir una memoria nacional de los impactos y los daños que ha causado la no resolución pacífica de los conflictos, de corte político desde el Gobierno de Juan Vicente Gómez, pasando por la llamada Democracia 1958-1998, bajo el estudio documental, y la llegada del Gobierno Revolucionario hasta el año de 2014 incluyendo los testimonios de victimas directas, como parte de la violencia de calle con impacto social la cual repercutió a nivel nacional, asunto especifico que ocupa este trabajo.

En el presente texto, el lector se aproximará a la dimensión Memoria de la Violencia Política en Venezuela, a través del acercamiento a las categorías violencia política y Comunidades de Memoria,  bajo las definiciones elaboradas inicialmente por Julio Aróstegui y, referenciando trabajos como Memoria Colectiva de Maurice Halbwachs, y los trabajos de la memoria de Elizabeth Jelin entre otros.

Violencia Política

En el marco de los trabajos que se realizan en torno a la violencia política, es de suma importancia definir inicialmente, la dimensión Violencia, pues de ello depende el tratamiento que se dé al estudio de la categoría política y por ende; la repercusión en la sociedad que sirve de campo de estudio para analizar su impacto y promover acciones de no repetición, buscando minimizar los daños producidos por conflictos no resueltos  que agudicen  la resolución de manera agresiva en el seno ciudadano.

Iniciaremos con una definición observacional, asociándola directamente a la acción de la fuerza física  causando daño, lo cual referencia Violencia en su sentido más amplio, y no da detalles de su origen sino por el contrario de los resultados de la misma. Continuando con esta aproximación al concepto de violencia, es importante entonces, voltear la mirada, a donde ella se origina, la historia de nuestro pueblo, la que no se ha contado, y sobre la que los estudiosos han fantaseado atribuyéndole héroes en lugar de hombres, magia y golpes de suerte o de mala suerte, en lugar de procesos sociales en construcción, la cual  dista de la realidad tangible de la violencia y por ende; del modo instrumental en que ésta es vista, desde los espacios científicos de estudio.

Lo local, vive constantemente de relaciones consensuadas y no consensuadas que definen la cotidianidad de los habitantes de cada espacio, cada una de las micro-historias que dan cuenta del barrio, de la parroquia, del municipio, construyen el entramado de lo que debe significar lo regional para la construcción de la historia nacional, mas allá de la que cuenta de Caracas, no como ciudad sino como República,  e invisibiliza la diversidad de identidades presentes en el país.

Juan Vicente Gómez (1857-1935) es el principal actor político de principios del siglo XX en Venezuela, se dice que su “régimen habría consolidado la construcción de un Estado nacional que garantizó la paz en todo el territorio y ordenó el país” (Velásquez, 1997; Urbaneja, 1988; Pino Iturrieta, 1988a). Bastantes estudios permiten conocer el tratamiento de la violencia política en sus décadas y en las posteriores a él, diversos investigadores dan cuenta los modos de actuar de los gobiernos venideros desde el análisis de los documentos que dan certeza de las decisiones que se tomaron en cada proceso político que se vivió hasta los albores del año 1998.

Sin embargo el fenómeno de violencia, en su categoría política ha de buscar el conocer los daños causados en cada localidad para avanzar hacia el tratamiento de los factores que la originan y que afectan a la población en general. Es necesario para ello abordar y conocer su proceso idelologizante en el seno de lo local para comprender su instrumentalización en lo regional y en lo nacional, que aunque parezca igual no tiene el mismo tratamiento en cada Estado actualmente. Es importante saber que no toda manifestación de violencia, necesariamente se encuentra revestida de agresión.

Inicialmente, el tratamiento que se le dará a la Violencia Política versará sobre la definición de Aróstegui “toda acción no prevista en reglas, realizada por cualquier actor individual o colectivo, dirigida a controlar el funcionamiento del sistema político de una sociedad o  a precipitar decisiones dentro de ese sistema” (1994; 39). Es aquí el punto de partida para estudiar la violencia política presente en la Venezuela Contemporánea (1999-2014) desde la construcción de una memoria colectiva de las victimas para visibilizar los daños causados a la sociedad y a las individualidades que han sido afectadas directamente, buscando reconocer puntos comunes en la historia a través de la investigación documental, con el objeto de promover acciones de no repetición a futuro.



Comunidades de Memoria

En ocasiones la memoria se hace selectiva y no permite que todos entren en el espectro de su reconstrucción como actores de un presente que se debate entre el ayer y lo que vendrá, haciendo que se olvide en poco tiempo lo contemporáneo y el entramado de relaciones que lo producen, relegando en el anonimato la historia de quienes a pesar de no aparecer a diario reseñados en los periódicos regionales y locales, también tienen algo que contar, que es importante porque hace parte de los silencios que no se escuchan, entre el bullicio provocado por quienes históricamente han detentado el poder y se rehúsan a dejarlo en manos de otros que no sean si mismos, la cultura del silencio y la impunidad tiende a ocultar y desconocer que muchas víctimas aun no pueden hablar de sus historias y de sus vidas, así no se puede construir una realidad nacional de la violencia política, porque no se habla entre iguales de lo que afecta a todos sin distinción.

El prologo del libro, Los marcos sociales de la memoria, al respecto, refiere que “Lo más usual es que yo me acuerde de aquello que los otros me inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía, que la mía se apoya en la de ellos. Al menos, en estos casos, la manifestación de mis recuerdos no tiene nada de misterioso. No hay que averiguar si se encuentran o se conservan en mi cerebro o en una recóndita parte de mi espíritu, donde yo sería, por lo demás, el único que tendría acceso. Puesto que los recuerdos son evocados desde afuera, y los grupos de los que formo parte me ofrecen en cada momento los medios de reconstruirlos, siempre y cuando me acerque a ellos y adopte, al menos, temporalmente sus modos de pensar…Es en este sentido que existiría una memoria colectiva y los marcos sociales de la memoria, y es en la medida en que nuestro pensamiento individual se reubica en estos marcos y participa en esta memoria que sería capaz de recordar…eso que llamamos los marcos colectivos de la memoria serían el resultado, la suma, la combinación de los recuerdos individuales de muchos miembros de una misma sociedad. Estos marcos ayudarían, en el mejor de los casos, a clasificar, a ordenar los recuerdos de los unos en relación con los de los otros. Sin embargo, no explicarían la memoria misma, puesto que la darían por existente…Estos marcos colectivos de la memoria no son simples formas vacías donde los recuerdos que vienen de otras partes se encajarían como en un ajuste de piezas; todo lo contrario, estos marcos son –precisamente– los instrumentos que la memoria colectiva utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos dominantes de la sociedad…podemos perfectamente decir que el individuo recuerda cuando asume el punto de vista del grupo y que la memoria del grupo se manifiesta y realiza en las memorias individuales.” (Halbwachs; 2004 [1925]:7-11).

Pensar así una historia nacional de la violencia política contemporánea en Venezuela, considerando la memoria como cimiento local que permita conectar las ideas que al respecto se tienen del país en la ciudadanía y al mismo tiempo, conocer las realidades de los daños causados a la sociedad, para hablar de historias comunes que se repiten a lo largo y ancho de la República dejando como saldo, la mezcla de explicaciones a situaciones de no resolución consensuada de conflictos que fundamentan las relaciones sociales y por ende; el comportamiento de los habitantes en cada situación que la mediación no aparece como opción para dirimirlos, permite identificar  procesos en que la acumulación de destrucción simbólica, psicológica o física puede presentarse de no actuar a tiempo para evitarla.

La memoria como re-constructora de un pasado-presente-futuro, acompañada del estudio historiográfico de los sucesos de violencia política que han marcado a la Venezuela del siglo XX, ha de contribuir a estudiar el fenómeno, no solo desde la conceptualización instrumentalizada de ésta, sino también, desde las formas comunes a todo el país, consolidando una concepción del mundo menos fatalista, en la que se reconoce que la vida y la historia no es un proceso que ha terminado, sino que permite se transformen las relaciones y el tejido social construido. El trabajo de hacer memoria, es una tarea constante que solo se puede   desarrollar desde los espacios colectivos en que los ciudadanos se encuentran como seres humanos.

El trabajo de la reconstrucción de la memoria de la violencia política contemporánea, no va referido a la historia pasada, sino a las acciones que se cumplen en el presenten para consolidar la vida del mañana, el inventariar las expectativas y reconstruirlas con el apoyo de las víctimas directas e indirectas, abre un universo de posibilidades que hacen del presente un sitio más ameno para vivir, y más cercano para comprender.

Generalmente, se está acostumbrado a “que los mecanismos de rivalidad mimética que desencadenan la violencia, en el contexto apocalíptico, generen la lucha por la hegemonía de los discursos sobre la verdad y la memoria” (Girard, 2007: 27-51) Así se ha construido la historia, impidiendo cualquier mecanismo que pretenda oponerse a las posiciones aceptadas,  creando con ello nuevos tipos de violencia que no permiten consolidar una idea nacional sobre lo ocurrido, donde quepan todos los actores y los hechos puedan ser reconocidos para evitar que continúen sucediendo, silenciando las nuevas formas de explicar lo que ocurre y las consecuencias de ello para la nación.

Los grandes estudios históricos al respecto se han construido hablando de vencedores y de vencidos, dos figuras que la violencia política no reconoce, pues ésta suele afectar a dominadores y dominados en cualquier contexto que se presenta, es por ello, que la voz presente en la localidad permite afianzar las ideas de lo regional y construir una historia nacional valorando la oralidad como principio de preservación de cultura, reconociendo que:

(…)El silencio como realidad paradójica: puede ser impuesto y vendido como cultura, pero en él pueden emerger nuevas formas de memoria desde el retorno de la vida de las victimas que recogen los proyectos truncados en forma de nuevas esperanzas contadas desde sus múltiples voces. (Benjamin; 1987)
Hasta una nueva forma de entender las relaciones que la sociedad ha mantenido históricamente y que de manera continua la llevan a desarrollar acciones violentas en entornos donde la resolución pacífica de conflictos políticos tiene cabida siempre y cuando se valore la vida por sobre el poder y la dominación.

A modo de Conclusión

Construir una historia de la violencia política contemporánea en Venezuela, implica reconocer los modos en que ésta se ha manifestado durante el transcurso del siglo XX, y las justificaciones o enjuiciamientos que se le han hecho a los procesos políticos en que se ha visibilizado con más claridad. Sin duda alguna, escuchar lo que de ella tienen que decir los estudiosos del tema, reviste de luz el camino a transitar para aproximarse a las explicaciones de la realidad presente en la que igual a la del siglo pasado, el pueblo continua siendo el más afectado, producto de las consecuencias que  trae consigo.

Pudiera abrirse con este trabajo doctoral  un nuevo sendero en el que la voz de quienes han sido afectados directamente por este modo de violencia en diversos rincones del país, contribuya a la República para tratar las consecuencias en la nación y reconocer que es necesario buscar formas distintas a las empleadas anteriormente para solventar necesidades de un contexto, como el que actualmente vive el mundo, en el marco de las decisiones políticas.

Hacer de la historia contemporánea un proceso que promueva el estudio de la violencia política como un problema nacional y el reconocimiento de sus daños e impactos a nivel social, una vez visibilizados los modos de hacer política, de sostener el poder, de obtener dominación y de las diversas formas en que se violenta al individuo, permitirá plantear las bases para relacionarse como ciudadanos distintos en pensamiento, pero iguales en identidad nacional.

Es importante saber y dejar claro que la historia contemporánea no termina de escribirse pues la historia en sí misma no ha terminado, por lo tanto; este trabajo solo intenta sentar las bases de una aproximación que ha de permitir seguir arando el camino por donde se deben sembrar las semillas de paz para una sociedad menos inequitativa y más solidaria con todos sus nacionales.


 Luis Fernando Claros Posada





Bibliografía
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ARON, R. (1976) [1967]: Las etapas del pensamiento sociológico (II), Buenos Aires: Siglo Veinte.
AROSTEGUI, Julio. (1994). Violencia, sociedad y política: la definición de la violencia. Madrid.
BENJAMIN, W. ( 1987) Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Iluminacaciones IV. Madrid: Taurus
GIRARD, René (2007). La violencia y lo sagrado. Editorial Anagrama
HALBAWACHS, Maurice (2004). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona. Anthopos.
JELIN, Elizabeth (2002). Los trabajos de Memoria. Siglo XXI: Argentina.
PARSONS, T. (1968) [1937]: La estructura de la acción social, Madrid, Guadarrama.
PINO ITURRIETA, E. (1988a). Venezuela metida en cintura: 1900-1945. Caracas: Cuadernos Lagoven.        
STERN, Stive (2000). De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico. Ediciones Lom. Chile.
URBANEJA, D.B. (1988). "El sistema político gomecista", en E. Pino Iturrieta, coord. Juan Vicente Gómez y su época. Caracas: Monte Ávila Editores.

VELASQUEZ, Ramón J. La caída del Liberalismo Amarillo. Caracas. Ediciones de las Contraloría General de la República. ,1997.

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