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martes, 18 de julio de 2017

La memoria de un Conflicto

RESUMEN


La memoria de un conflicto, procura en dos secciones, plantear la importancia de la restitución de la memoria para avanzar en el tema del reconocimiento de uno mismo, del otro, y de las cosas que se pueden hacer en conjunto a los fines de fortalecer relaciones sociales que en el mundo contemporáneo actual se ven resquebrajas como producto de la visión reducida de los conflictos a temas meramente instrumentales para darles solución. El entramando de subjetividades, lo que es, lo que se ve, lo que no es y no se ve, permite desarrollar desde el planteamiento del descubrimiento de América, un proceso conflictivo de identidad que la educación en lugar de mediarlo, ha agudizado en cada uno de los contenidos que ha impartido históricamente.


La memoria de un Conflicto
Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?.
Shaman de los Indios Chamacocos[1]


SECCIÓN I

El descubrimiento: Repaso de  lo que significa para nosotros hoy

Referirse al descubrimiento de América, es remitirse inmediatamente a una historia ajena a la realidad que han vivido nuestros pueblos, si el descubrimiento es el hallazgo de lo desconocido, ¿Qué ocurrió en 1492, con el arribo de España a las costas de las islas hoy americanas? La versión oficial de los libros de historia con los que se ha intentado dar forma al pensamiento americano de los últimos cinco siglos difiere en un alto porcentaje de los parajes contados a la luz de la realidad de diversos pueblos que en dichos textos se homogenizaron y terminan convirtiéndose en el reflejo de lo que el pensamiento occidental proveniente de la península ibérica quiso hacer de ellos.

Descorrer el velo tembloroso con que el tiempo oculta a nuestros ojos aquellos parajes encantados de la niñez; aspirar las brisas embalsamadas de las playas de la adolescencia; recorrer con el alma aquella senda de flores, iluminada primero por los ojos cariñosos de la madre, y luego por las miradas ardientes de la mujer amada; traer al recuerdo las primeras tempestades del corazón, las primeras borrascas del pensamiento, los primeros suspiros y las primeras lágrimas de la pasión, es un consuelo y un alivio en la adversidad; (Vargas Vila, 1998:5)
Nacer y crecer en América, es intentar buscar en el otro, el yo perdido, es compartir históricamente y por herencia cultural, un tiempo sin pasado, más allá que aquel que se dio como sino de un destino que irremediablemente lleva al estudio del modo de actuar de una civilización distinta a la nativa, para en ella comprender los quehaceres de la propia, de la que se restituye con cada siglo que pasa y con cada nueva nota que los investigadores hallan registrada en los textos sin registro oficial,  pero que dan fe de la mirada distinta, de las lágrimas secas, de la adversidad que las caricias de la madre y los recuerdos del amor perdido han dejado en el ADN de los pueblos que fueron arrasados, pero nunca reducidos en su dignidad, pues de ella ha surgido la visión que hoy se restituye sobre el descubrimiento.

La memoria más allá de una función cerebral, se convierte para los casos de historia en un referente imprescindible que da certeza de la continuidad de la dinámica relacional de los individuos que comparten un mismo territorio. El mal llamado descubrimiento de América, encuentra interpretación a partir de ella, no es  igual la visión del opresor que la visión del oprimido, no significan lo mismo el relato de la víctima bajo la sombra del victimario que el del victimario convertido en víctima. La memoria ha de servir para comprender una realidad diferencial no exclusivamente fenoménica, porque el tiempo histórico no debe supeditarse exclusivamente al desarrollo de los fenómenos, sino por el contrario debe cumplir funciones de coordinación entre los elementos que no son dependientes directos del pensamiento ya que el cuestionamiento de la experiencia no puede someterse a él.

América para los americanos del sur del sur (Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil) frente a los del norte del sur (Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, entre otros), no representa el mismo tiempo ni el mismo  espacio, producto de las relaciones económicas, políticas y sociales que han desarrollado con pueblos de otros continentes y entre sí.   Por ello, hablar de América, acarrea reconocer la unidad en la diversidad, implica reconocer que es grande el amor de la tierra,/que es triste la ausencia/que deja el ayer.[2] Compromete a los pueblos, a mirar al otro antes de juzgarlo, para aprender de nuevo a darle valor a la historia en común, debe necesariamente desenredar la madeja de ideas que no ha permitido liar con el conflicto de nuestros tiempos, con la oposición a los planteamientos nuevos que no contemplen la postura del absoluto para solventar las situaciones, el mismo opresor que sin mayor discusión no enseño a ser del modo en que hoy somos.

Jelin, plantea que la reflexión sobre el tiempo, el pasado y los cambios sociales presenta tres maneras de pensar las relaciones; a saber;

En primer lugar, la memoria como recurso para la investigación, en el proceso de obtener y construir “datos” sobre el pasado; en segundo lugar, el papel que la investigación histórica puede tener para “corregir” memorias equivocadas o falsas; finalmente, la memoria como objeto de estudio o de investigación. (2002:63)
En función a esta orientación, el papel que juega la restitución de la memoria colectiva para américa, constituye un proceso minucioso de investigación, inicialmente en el plano local, que permita visibilizar la dinámica de las relaciones que nos fueron impuestas, pero también, aquellas que se han mantenido en el tiempo, propias, y que han sufrido alteraciones en mayor o menor grado, dando fe del origen de las posiciones que en ocasiones parecen irreconciliables como sociedad, y que desembocan en conflictos no resueltos de manera violenta entre ciudadanos. A bien tiene Galeano decir, en sus escritos sobre el descubrimiento;

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. (2006:53)

SECCIÓN II

Memorizar, nuestro estudio contemporáneo actual

El termino memorizar hace que palabras como memorización y rememorar casi de modo inmediato vengan a nuestro cerebro y se presenten ante nosotros como imágenes de un pasado que ya hemos visto, hemos aprendido y estamos dispuestos repetir, ejercicio común practicado por los estudiantes y los docentes que lleva a ejecutar acciones en base a postulados literales de conocimientos adquiridos mediante la memoria mecánica, fruto histórico del hecho educativo en que las fechas de nacimiento y de muerte, los nombres de los reyes y los héroes nacionales, cobran el valor supremo del proceso de aprendizaje, sin previa comprensión de las relaciones que permitieron hoy se hable de ellos y se les tome como referencia para justificar relaciones sociales. Contenidos que indiscutiblemente han perjudicado y dificultado el desarrollo de facultades mentales de pueblos enteros, que continúan la laboriosa jornada de intentar salir del reduccionismo impuesto por el estado moderno con base a las creencias de la colonia imperial.

La visión de la América conquistada por España, es el reflejo del modelo educativo que redujo a los habitantes originarios a la visión de Europa, no permitiendo ver otra civilización presente en el continente, ni mucho menos reconocer que lo que se denominó “esta raza inferior; había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo”. (Galeano; 2006:55). Aquí hace falta el recuerdo, existe ausencia de subjetividades que a la luz de un buen planteamiento metodológico puede brindar un sendero más parecido a lo que en el fondo como americanos de todas las partes del continente, podemos sentir no se ha explicado de la manera correcta; allí, en el no lugar entre nosotros y los otros, es menester relacionar la historia y la memoria, como punto de partida para una nueva temporalidad en que los conflictos se resuelvan por la vía pacífica y los colectivos humanos reflexionen sobre su participación y compromiso con las nuevas formas de hacer vida.

El auge de la memoria, en los últimos tiempos, es motivo de preocupación para los historiadores, ya que se considera que;

el problema está en que se pueden cometer “errores” en el recuerdo y en la transmisión, sea voluntaria o involuntariamente –incluyendo los lapsus y “malas jugadas” del inconsciente. De ahí la preocupación por la autenticidad y la sinceridad de los relatos, lo que lleva a poner mucho énfasis en los recaudos metodológicos, introduciendo controles y pruebas diversas para acercar el recuerdo a “la verdad” de los hechos ocurridos. (Jelin; 2002:68)
En términos de La Capra, “la memoria sería la creencia acrítica, el mito, la "invención" del pasado, muchas veces con una mirada romántica o idealizada del mismo. Y la historia sería lo fáctico, científicamente comprobado, de lo que “realmente” ocurrió” (2009:16). El hecho educativo, juega un papel de guía como ningún otro proceso puede hacerlo, ya que el público cautivo, desde la primera infancia, lo tiene él, necesariamente, toda la nación pasa por las aulas y todos los espacios se convierten en lugares precisos para enseñar y para aprender.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. (García, 2007:16)
Cien años de soledad, cinco siglos de otra historia, son palabras instaladas en el imaginario colectivo de las sociedades americanas contemporáneas actuales, la base de los conflictos radican ahí, la homogenización de las comunidades ha pasado necesariamente por el impacto educativo en las memorias de cada pueblo, a través del estudio de la historia sin arraigo local, sin fibra sentimental que haga el común se pregunte por la otra forma de ver y de hacer las cosas, por el conocer y el convivir con el semejante, con el igual a mí en contradicciones y el diferente en planteamientos.

Los procesos sociales del ahora, lo que nos atañe como sociedad, son actualmente sujetos de investigación y estudio desde diversas ramas del conocimiento, la familia, las migraciones, la sexualidad y las mentalidades individuales y colectivas son sujeto de análisis que procuran entender el accionar individual y colectivo de los individuos, para transformar realidades del entorno económico, político, social y cultural de quienes comparten el territorio y son afines a ideales. La memoria ha de fungir como punto de partida para ello, debe apropiarse del espectro y permitir darle voz a los callados, una memoria construida desde lo local, puede abordar la global, ella es una memoria colectiva que en “oposición al postulado positivista, une la interpretación completa y el análisis causal, a la comprensión de los conjuntos y los significados” (Halbwachs; 2004:32).

Avanzar es entonces, reconocer las diferencias internas para comprender las colectivas, ejercitar el yo, el él, el nosotros, para iniciar un proceso de construcción colectiva, en el que las relaciones sociales se visibilicen, se trabajen en conjunto, y como política pública ponga sobre la mesa, la imperiosa necesidad de interactuar entre todos para que el mañana sea menos agresivo y quizá un poco más acorde a lo que alguna vez se dio como civilización antes de que la visión reduccionista del imperio español, posara sus ojos sobre las riquezas materiales del continente, relegando la espiritualidad y las subjetividades al plano de los olvidos en que el recuerdo, solo es una quimera de algo que ya no conocemos.

 Luis Fernando Claros Posada



Bibliografía

Galeano, E. (2006). Ser como ellos y otros escritos. Editores Siglo XXI. España.
García M, G. (2007). Cien Años de Soledad. Editorial Alfaguara. España.
Halbwachs, M.(2004). La memoria colectiva traducción de Inés Sancho- Arroyo. — Zaragoza : Prensas Universitarias de Zaragoza. España.
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo Veintiuno. España.
La Capra, D.(2009). Memoria después de Auschwitz. Prometeo. Buenos Aires, Argentina.
Vargas Vila, J.M. (1993). Aura o las Violetas. Editorial Panamericana. Colombia.






[1] Pueblo indígena del Chaco Boreal (Paraguay).
[2] Parte de una estrofa del vals peruano Todos Vuelven de César Miró - Alcides Carreño.

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