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lunes, 3 de julio de 2017

La memoria local como aporte a una historia Nacional de la Violencia

La memoria local como aporte a una historia Nacional de la Violencia
Aproximación a una historia contemporánea de la Violencia Política en Venezuela

Introducción

La historia la hacen los historiadores, la vida la hacen los hombres, la primera cuenta de relaciones sociales y sucesos,  la segunda las crea y promueve los hechos. El siglo XX inundó de conflictos bélicos todo el planeta, América del Sur,  sufrió las consecuencias intestinas de las guerras de independencia y el inicio de gobiernos sin más autonomía política que aquella que Norte América y parte de Europa les permitió; la década de los sesentas con los derrocamientos militares a Gobiernos Caudillistas, liberales o de inclinación Popular,  marcó una postura basada en la resolución de conflictos no resueltos entre el mundo desarrollado y el tercer mundo, a través de la imposición del más fuerte sobre los débiles.

Bastante se habla de Violencia Política en cada una de las décadas vividas en Venezuela durante el siglo XX, prevaleciendo la concepción instrumentalista de ella y diversas tendencias, según la postura ideológica y las justificaciones que  acompañan a cada interpretación de la misma; todo ello referenciando un mundo abstracto en el que los estudiosos, historiadores, sociólogos, politólogos entre otros, encuentran las razones y sostienen posturas según les corresponda.

Ahora bien, si los hombres son quienes dan cuenta de las relaciones sociales y promueven los hechos o sucesos, ¿cuál es la razón, para que una historia de la violencia política contemporánea en Venezuela no pueda ser contada por ellos, mas allá de los títulos académicos que puedan representarlos? El presente trabajo se orienta a abordar la importancia de la memoria local, en torno a los procesos de violencia política para construir una memoria nacional de los impactos y los daños que ha causado la no resolución pacífica de los conflictos, de corte político desde el Gobierno de Juan Vicente Gómez, pasando por la llamada Democracia 1958-1998, bajo el estudio documental, y la llegada del Gobierno Revolucionario hasta el año de 2014 incluyendo los testimonios de victimas directas, como parte de la violencia de calle con impacto social la cual repercutió a nivel nacional, asunto especifico que ocupa este trabajo.

En el presente texto, el lector se aproximará a la dimensión Memoria de la Violencia Política en Venezuela, a través del acercamiento a las categorías violencia política y Comunidades de Memoria,  bajo las definiciones elaboradas inicialmente por Julio Aróstegui y, referenciando trabajos como Memoria Colectiva de Maurice Halbwachs, y los trabajos de la memoria de Elizabeth Jelin entre otros.

Violencia Política

En el marco de los trabajos que se realizan en torno a la violencia política, es de suma importancia definir inicialmente, la dimensión Violencia, pues de ello depende el tratamiento que se dé al estudio de la categoría política y por ende; la repercusión en la sociedad que sirve de campo de estudio para analizar su impacto y promover acciones de no repetición, buscando minimizar los daños producidos por conflictos no resueltos  que agudicen  la resolución de manera agresiva en el seno ciudadano.

Iniciaremos con una definición observacional, asociándola directamente a la acción de la fuerza física  causando daño, lo cual referencia Violencia en su sentido más amplio, y no da detalles de su origen sino por el contrario de los resultados de la misma. Continuando con esta aproximación al concepto de violencia, es importante entonces, voltear la mirada, a donde ella se origina, la historia de nuestro pueblo, la que no se ha contado, y sobre la que los estudiosos han fantaseado atribuyéndole héroes en lugar de hombres, magia y golpes de suerte o de mala suerte, en lugar de procesos sociales en construcción, la cual  dista de la realidad tangible de la violencia y por ende; del modo instrumental en que ésta es vista, desde los espacios científicos de estudio.

Lo local, vive constantemente de relaciones consensuadas y no consensuadas que definen la cotidianidad de los habitantes de cada espacio, cada una de las micro-historias que dan cuenta del barrio, de la parroquia, del municipio, construyen el entramado de lo que debe significar lo regional para la construcción de la historia nacional, mas allá de la que cuenta de Caracas, no como ciudad sino como República,  e invisibiliza la diversidad de identidades presentes en el país.

Juan Vicente Gómez (1857-1935) es el principal actor político de principios del siglo XX en Venezuela, se dice que su “régimen habría consolidado la construcción de un Estado nacional que garantizó la paz en todo el territorio y ordenó el país” (Velásquez, 1997; Urbaneja, 1988; Pino Iturrieta, 1988a). Bastantes estudios permiten conocer el tratamiento de la violencia política en sus décadas y en las posteriores a él, diversos investigadores dan cuenta los modos de actuar de los gobiernos venideros desde el análisis de los documentos que dan certeza de las decisiones que se tomaron en cada proceso político que se vivió hasta los albores del año 1998.

Sin embargo el fenómeno de violencia, en su categoría política ha de buscar el conocer los daños causados en cada localidad para avanzar hacia el tratamiento de los factores que la originan y que afectan a la población en general. Es necesario para ello abordar y conocer su proceso idelologizante en el seno de lo local para comprender su instrumentalización en lo regional y en lo nacional, que aunque parezca igual no tiene el mismo tratamiento en cada Estado actualmente. Es importante saber que no toda manifestación de violencia, necesariamente se encuentra revestida de agresión.

Inicialmente, el tratamiento que se le dará a la Violencia Política versará sobre la definición de Aróstegui “toda acción no prevista en reglas, realizada por cualquier actor individual o colectivo, dirigida a controlar el funcionamiento del sistema político de una sociedad o  a precipitar decisiones dentro de ese sistema” (1994; 39). Es aquí el punto de partida para estudiar la violencia política presente en la Venezuela Contemporánea (1999-2014) desde la construcción de una memoria colectiva de las victimas para visibilizar los daños causados a la sociedad y a las individualidades que han sido afectadas directamente, buscando reconocer puntos comunes en la historia a través de la investigación documental, con el objeto de promover acciones de no repetición a futuro.



Comunidades de Memoria

En ocasiones la memoria se hace selectiva y no permite que todos entren en el espectro de su reconstrucción como actores de un presente que se debate entre el ayer y lo que vendrá, haciendo que se olvide en poco tiempo lo contemporáneo y el entramado de relaciones que lo producen, relegando en el anonimato la historia de quienes a pesar de no aparecer a diario reseñados en los periódicos regionales y locales, también tienen algo que contar, que es importante porque hace parte de los silencios que no se escuchan, entre el bullicio provocado por quienes históricamente han detentado el poder y se rehúsan a dejarlo en manos de otros que no sean si mismos, la cultura del silencio y la impunidad tiende a ocultar y desconocer que muchas víctimas aun no pueden hablar de sus historias y de sus vidas, así no se puede construir una realidad nacional de la violencia política, porque no se habla entre iguales de lo que afecta a todos sin distinción.

El prologo del libro, Los marcos sociales de la memoria, al respecto, refiere que “Lo más usual es que yo me acuerde de aquello que los otros me inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía, que la mía se apoya en la de ellos. Al menos, en estos casos, la manifestación de mis recuerdos no tiene nada de misterioso. No hay que averiguar si se encuentran o se conservan en mi cerebro o en una recóndita parte de mi espíritu, donde yo sería, por lo demás, el único que tendría acceso. Puesto que los recuerdos son evocados desde afuera, y los grupos de los que formo parte me ofrecen en cada momento los medios de reconstruirlos, siempre y cuando me acerque a ellos y adopte, al menos, temporalmente sus modos de pensar…Es en este sentido que existiría una memoria colectiva y los marcos sociales de la memoria, y es en la medida en que nuestro pensamiento individual se reubica en estos marcos y participa en esta memoria que sería capaz de recordar…eso que llamamos los marcos colectivos de la memoria serían el resultado, la suma, la combinación de los recuerdos individuales de muchos miembros de una misma sociedad. Estos marcos ayudarían, en el mejor de los casos, a clasificar, a ordenar los recuerdos de los unos en relación con los de los otros. Sin embargo, no explicarían la memoria misma, puesto que la darían por existente…Estos marcos colectivos de la memoria no son simples formas vacías donde los recuerdos que vienen de otras partes se encajarían como en un ajuste de piezas; todo lo contrario, estos marcos son –precisamente– los instrumentos que la memoria colectiva utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos dominantes de la sociedad…podemos perfectamente decir que el individuo recuerda cuando asume el punto de vista del grupo y que la memoria del grupo se manifiesta y realiza en las memorias individuales.” (Halbwachs; 2004 [1925]:7-11).

Pensar así una historia nacional de la violencia política contemporánea en Venezuela, considerando la memoria como cimiento local que permita conectar las ideas que al respecto se tienen del país en la ciudadanía y al mismo tiempo, conocer las realidades de los daños causados a la sociedad, para hablar de historias comunes que se repiten a lo largo y ancho de la República dejando como saldo, la mezcla de explicaciones a situaciones de no resolución consensuada de conflictos que fundamentan las relaciones sociales y por ende; el comportamiento de los habitantes en cada situación que la mediación no aparece como opción para dirimirlos, permite identificar  procesos en que la acumulación de destrucción simbólica, psicológica o física puede presentarse de no actuar a tiempo para evitarla.

La memoria como re-constructora de un pasado-presente-futuro, acompañada del estudio historiográfico de los sucesos de violencia política que han marcado a la Venezuela del siglo XX, ha de contribuir a estudiar el fenómeno, no solo desde la conceptualización instrumentalizada de ésta, sino también, desde las formas comunes a todo el país, consolidando una concepción del mundo menos fatalista, en la que se reconoce que la vida y la historia no es un proceso que ha terminado, sino que permite se transformen las relaciones y el tejido social construido. El trabajo de hacer memoria, es una tarea constante que solo se puede   desarrollar desde los espacios colectivos en que los ciudadanos se encuentran como seres humanos.

El trabajo de la reconstrucción de la memoria de la violencia política contemporánea, no va referido a la historia pasada, sino a las acciones que se cumplen en el presenten para consolidar la vida del mañana, el inventariar las expectativas y reconstruirlas con el apoyo de las víctimas directas e indirectas, abre un universo de posibilidades que hacen del presente un sitio más ameno para vivir, y más cercano para comprender.

Generalmente, se está acostumbrado a “que los mecanismos de rivalidad mimética que desencadenan la violencia, en el contexto apocalíptico, generen la lucha por la hegemonía de los discursos sobre la verdad y la memoria” (Girard, 2007: 27-51) Así se ha construido la historia, impidiendo cualquier mecanismo que pretenda oponerse a las posiciones aceptadas,  creando con ello nuevos tipos de violencia que no permiten consolidar una idea nacional sobre lo ocurrido, donde quepan todos los actores y los hechos puedan ser reconocidos para evitar que continúen sucediendo, silenciando las nuevas formas de explicar lo que ocurre y las consecuencias de ello para la nación.

Los grandes estudios históricos al respecto se han construido hablando de vencedores y de vencidos, dos figuras que la violencia política no reconoce, pues ésta suele afectar a dominadores y dominados en cualquier contexto que se presenta, es por ello, que la voz presente en la localidad permite afianzar las ideas de lo regional y construir una historia nacional valorando la oralidad como principio de preservación de cultura, reconociendo que:

(…)El silencio como realidad paradójica: puede ser impuesto y vendido como cultura, pero en él pueden emerger nuevas formas de memoria desde el retorno de la vida de las victimas que recogen los proyectos truncados en forma de nuevas esperanzas contadas desde sus múltiples voces. (Benjamin; 1987)
Hasta una nueva forma de entender las relaciones que la sociedad ha mantenido históricamente y que de manera continua la llevan a desarrollar acciones violentas en entornos donde la resolución pacífica de conflictos políticos tiene cabida siempre y cuando se valore la vida por sobre el poder y la dominación.

A modo de Conclusión

Construir una historia de la violencia política contemporánea en Venezuela, implica reconocer los modos en que ésta se ha manifestado durante el transcurso del siglo XX, y las justificaciones o enjuiciamientos que se le han hecho a los procesos políticos en que se ha visibilizado con más claridad. Sin duda alguna, escuchar lo que de ella tienen que decir los estudiosos del tema, reviste de luz el camino a transitar para aproximarse a las explicaciones de la realidad presente en la que igual a la del siglo pasado, el pueblo continua siendo el más afectado, producto de las consecuencias que  trae consigo.

Pudiera abrirse con este trabajo doctoral  un nuevo sendero en el que la voz de quienes han sido afectados directamente por este modo de violencia en diversos rincones del país, contribuya a la República para tratar las consecuencias en la nación y reconocer que es necesario buscar formas distintas a las empleadas anteriormente para solventar necesidades de un contexto, como el que actualmente vive el mundo, en el marco de las decisiones políticas.

Hacer de la historia contemporánea un proceso que promueva el estudio de la violencia política como un problema nacional y el reconocimiento de sus daños e impactos a nivel social, una vez visibilizados los modos de hacer política, de sostener el poder, de obtener dominación y de las diversas formas en que se violenta al individuo, permitirá plantear las bases para relacionarse como ciudadanos distintos en pensamiento, pero iguales en identidad nacional.

Es importante saber y dejar claro que la historia contemporánea no termina de escribirse pues la historia en sí misma no ha terminado, por lo tanto; este trabajo solo intenta sentar las bases de una aproximación que ha de permitir seguir arando el camino por donde se deben sembrar las semillas de paz para una sociedad menos inequitativa y más solidaria con todos sus nacionales.


 Luis Fernando Claros Posada





Bibliografía
ARENDT, H. (1970/2005) Sobre la violencia. Madrid: Alianza
ARON, R. (1976) [1967]: Las etapas del pensamiento sociológico (II), Buenos Aires: Siglo Veinte.
AROSTEGUI, Julio. (1994). Violencia, sociedad y política: la definición de la violencia. Madrid.
BENJAMIN, W. ( 1987) Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Iluminacaciones IV. Madrid: Taurus
GIRARD, René (2007). La violencia y lo sagrado. Editorial Anagrama
HALBAWACHS, Maurice (2004). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona. Anthopos.
JELIN, Elizabeth (2002). Los trabajos de Memoria. Siglo XXI: Argentina.
PARSONS, T. (1968) [1937]: La estructura de la acción social, Madrid, Guadarrama.
PINO ITURRIETA, E. (1988a). Venezuela metida en cintura: 1900-1945. Caracas: Cuadernos Lagoven.        
STERN, Stive (2000). De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico. Ediciones Lom. Chile.
URBANEJA, D.B. (1988). "El sistema político gomecista", en E. Pino Iturrieta, coord. Juan Vicente Gómez y su época. Caracas: Monte Ávila Editores.

VELASQUEZ, Ramón J. La caída del Liberalismo Amarillo. Caracas. Ediciones de las Contraloría General de la República. ,1997.

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