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martes, 6 de junio de 2017

Asuntos de Mala Clase en Venezuela

Indiscutiblemente el siglo XX será conocido como el siglo de la violencia, el desarrollo de la I y II Guerra mundial junto a los múltiples modos de ejercer violación de derechos por parte de unos pueblos sobre otros en Europa, repercutieron directamente en la forma en que se modelo la idea de la Democracia[1] en América, y por ende; el concepto ambiguo de Capitalismo que llego a estas  tierras, en países como Venezuela, el caudillismo, el populismo y la representatividad de los partidos políticos, estuvieron a la orden de crear las formas de hacer política, en función de consolidar el modelo de república que los actores de turno consideraban idóneo para los intereses de clase dominante y la realidad del momento.

El epistemólogo chileno, Humberto Maturana, se refiere a la realidad como no pre-existente, sino como creación del observador. Es pues, de suma importancia, conceptualizar ésta, no en base a los supuestos del imaginario colectivo, lo que solemos creer es, sino por el contrario bajo el carácter del estudio sistemático de la teoría que conduce a comprender los procesos sociales, lo que ocurre mas allá de la divinización de los actores visibles y siempre sobre la base de las relaciones económicas en pugna al momento de los conflictos presentes. Es importante aclarar, que Venezuela no es el centro del mundo, no actúa ni vive aislada de los intereses internacionales, por lo tanto; no crea la dinámica mundial, pues no es el todo, es una parte del todo; recrea situaciones que ya han ocurrido en otros lugares y en otros tiempos históricos en que otros países se han enfrentado a las potencias mundiales, afectando los intereses económicos de éstas y en consecuencia intentando dar la vuelta a un orden mundial establecido a través de visiones políticas bien definidas, como las que sustenta el Capitalismo.

Actualmente, se han presentado manifestaciones de carácter violento, más allá del daño físico causado a personas y bienes de carácter público y privado; por parte de sectores opuestos a los logros sociales que el Gobierno Bolivariano ha permitido gocen un grueso porcentaje de la población a nivel nacional. Las recientes declaraciones emitidas por parte de una vocera de la oposición económica y política del país, ante el parlatino, deja entrever que desde su posición de clase, se refiere a una realidad totalmente distinta a la que pueden hacer mención las personas que han sido atendidas por los programas sociales impulsados desde las políticas públicas gubernamentales, por ello, la realidad no pre-existe sino que se crea desde la visión que se tenga de sociedad.

Venezuela, no atraviesa por un caso excepcional en que por medio de acciones violentas un grupo social intenta tomar el poder, por el contrario, la violencia ha sido parte de la dinámica relacional humana del país, desde el mismo momento en que adopto el nombre de Venezuela. Las luchas políticas se han dado con mayor o menor grado de violencia en distintos periodos de tiempo, buscando instalar modos de producción acordes a la visión de quienes aspiran el poder en el territorio, así también, para justificar los cambios en lo que se han bosquejado estos procesos, tanto las versiones oficiales como las de oposición a los gobiernos de turno, han invocado nobles virtuosidades del sistema e ideales de los libertadores, pero no en su totalidad, sino en aquellos parajes de la historia que a cada quien convienen. Hoy se escucha en las manifestaciones violentas de calle, clamar por la libertad, sin especificar a qué libertad se refieren, pues cuando su método de lucha instala guayas para degollar ciudadanos, quemar vehículos, cerrar vías públicas y solicitar intervenciones extranjeras aun cuando el mundo conoce el producto de ellas para los pueblos, se debe explicar claramente desde el gobierno afectado, a que libertad se refieren los detractores.

La violencia hoy, se ha agudizado fundamentalmente, porque a 18 años de Revolución las contradicciones de clase también lo han hecho, y porque probablemente, ya se vislumbra un cambio real, en estructura y superestructura del modo de producción, lo que pudiera afectar seriamente los intereses transnacionales de potencias económicas que ven en Venezuela, un país bananero, en este caso productor de petróleo en pleno siglo XXI.  Es menester que el Estado venezolano, desde la visión estratégica de sus actores políticos y de gobierno, enfrente de manera clara y contundente, los objetivos propuestos desde el centro del capital mundial, y el desarrollo de la idea de la toma del poder político por parte de “altos estratos que han perdido razones objetivas de sus estatus privilegiado, el cual ya no está acorde con la infraestructura social y con las nuevas ideas que se extienden paralelamente a los cambios de estructura” (Scheler, 2004:21). La pseudo-burguesia[2] nacional.

La lucha por la consolidación de una República Revolucionaria, no solo puede darse  en el campo internacional, debe también hacerse a la interno del país, pues ambos campos constituyen el mundo de las ideas económicas y políticas, actuando directamente en el pensamiento de los opuestos al nuevo modelo, haciéndoles entender la estructura de la motivación como dinero-mercancía- dinero en lugar de mercancía-dinero –mercancía como lo planteaba Marx, creando enemigos  en ambos escenarios, lo cual puede resultar peligroso para la estabilidad y la paz de la nación. Aquí es oportuno parafrasear  a Jaime Pardo Leal[3], cuando dice que el enemigo no perdona ni olvida,  el enemigo de clase, aun cuando por desconocimiento de ésta, se enfrente a ella.

Hoy se pueden apreciar los múltiples métodos de instrumentalización que utiliza el Capitalismo internacional para consolidar su ideología[4] fuera y dentro de Venezuela, el pronunciamiento de la máxima autoridad del Ministerio Público, culpando a los órganos del Estado por las situaciones de agresión y vulneración de derechos ciudadanos en el marco de manifestaciones de oposición, hace parte de la lucha ideológica que libra la forma de Revolución que adelanta el Gobierno Bolivariano frente a la imposición de la  idea de democracia burguesa, que “no apareció de ningún modo por virtud de los medios democráticos” (Trosky,2009:69) y que hoy defienden los herederos de los socialdemócratas que gobernaron el país entre 1958-1998. No solo accionan en el campo práctico de la violencia armada y urbana causando terror y afectando derechos de los connacionales, sino también, desde las instituciones que se han creado para fortalecer el nuevo modelo económico, político y social que se impulsa desde el año 1999.

Es decir; desde el Estado, se debe hacer frente a la lucha ideológica que tiene como objetivo consolidar mecanismos de dominación por parte de la pseudo-burguesia nacional, haciendo uso de otra institución como la Defensoría del Pueblo, la cual debe apropiarse de “la tarea fundamental de las fuerzas revolucionarias, la cual es construir un discurso contra- ideológico” (Varas, 2015:42) capaz de dar visibilidad a los daños que las acciones de la contrarrevolución están causando en la sociedad venezolana contemporánea. Si el Ministerio Público, encargado de asegurar los procesos de acceso a la justicia en el país, parcializó su visión en función de proteger los intereses de clase, que su máxima autoridad adquirió en Revolución, alejándose del objetivo funcional de la institución, entonces la Defensoría del Pueblo, debe entrar en la contienda garantizando los derechos de los venezolanos que sistemáticamente han venido siendo vulnerados, por los actores políticos de oposición en cada mensaje enviado a través de las redes, en cada vía pública cerrada, en cada inmueble calcinado, en cada representante de los órganos de control herido u asesinado, en cada ciudadano quemado  o degollado, en todos y cada uno de los supuestos jurídicos que se hayan visto vulnerados producto del intento de “ la demolición de las organizaciones obreras[5], en la destrucción de las reformas sociales y el aniquilamiento completo de los derechos democráticos, con objeto de impedir la resurrección de la lucha de clases del proletariado”. (Trosky, 2009:30).

Es necesario, que la ciudadanía vea una Defensoría activa, misionera y comprometida con el estado de bienestar que la Revolución Bolivariana ha venido fomentando en los años en que ha estado al frente del Estado como gobierno. Ante el desclasamiento de actores claves en el Ministerio Público, el Defensor del Pueblo y todos los representantes de la institución, se deben activar intentando evitar que la nación sucumba ante la propuesta de la pseudo-burguesia nacional, que reconoce muy bien que el “imperialismo suele adoptar otros métodos para mantener el dominio, o bien tratar de dividir el frente Revolucionario desde dentro o bien enviar fuerzas armadas para ayudar directamente a los reaccionarios del interior” (Mao Tse Tung, 1969:53). Ante las actuales circunstancias, la coherencia debe acompañar el accionar de la institución, debe permitir tanto a lo interno como ha lo externo del país, visibilizar que significa la violencia en los términos políticos actuales para Venezuela, quienes son los actores violentos, y como la violación sistemática de derechos fundamentales se ha venido dando no solo con las acciones de calle, sino también con la simbología utilizada por la oposición en cada una de sus manifestaciones.

No es tiempo de vacilar, es el momento de acciones concretas que permitan hacer sentir a la población, que la decisión de enrumbarse en el año de 1999, al cambio del orden establecido por la democracia burguesa, no ha sido en vano, y que la Defensa del Pueblo, se encuentra representada en los actores del gobierno que se eligió con más votos que una asamblea legislativa, que una gobernación o una alcaldía en el país, y que esa representación tiene conciencia del rol histórico que cumple ante las actuales circunstancias, en que el mundo de valores del Capitalismo intenta elevarse sobre los valores de la propuesta Revolucionaria,  de una sociedad más justa y equitativa, usando mecanismos violentos y culpando de su accionar a los órganos que deben cumplir el rol de garantizar estabilidad y paz para la República.

Es la Defensoría del Pueblo,  el actor válido para que la institucionalidad haga frente a quienes el Capitalismo extranjero ha hecho creerse más pueblo que el resto, aun siendo minoría.

Luis Fernando Claros Posada
Publicado en https://www.aporrea.org/ddhh/a247225.html

Bibliografía
Scheler, M. 2004. Sobre el resentimiento. Fundación Manuel García-Pelayo. Caracas.
Trosky, L. 2009. Que es el Marxismo / Su moral y la Nuestra. Fundación Federico Engels.       Madrid.
Tse Tung, M. 1969. Las contradicciones. Editorial Grijalbo. México.
Varas, I. 2015. Riesgos de la Ideología. Trichera. Caracas.



[1] Modo incluso de entender que es poder y quienes son pueblo en los procesos políticos nacientes post-independencia.
[2] Se recomienda revisar el concepto de nacimiento de la burguesía, para comprender porque el autor se refiere a pseudo-burguesia nacional en Venezuela.
[3] Abogado y político colombiano perteneciente a la Unión Patriótica (1941-1987).
[4] Entiéndase por esta, en los términos empleados por Marx, como falsa conciencia.
[5] Hoy podríamos llamar de base, comunales y sociales.

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