Indiscutiblemente
el siglo XX será conocido como el siglo de la violencia, el desarrollo de la I
y II Guerra mundial junto a los múltiples modos de ejercer violación de
derechos por parte de unos pueblos sobre otros en Europa, repercutieron
directamente en la forma en que se modelo la idea de la Democracia[1] en
América, y por ende; el concepto ambiguo de Capitalismo que llego a estas tierras, en países como Venezuela, el
caudillismo, el populismo y la representatividad de los partidos políticos,
estuvieron a la orden de crear las formas de hacer política, en función de
consolidar el modelo de república que los actores de turno consideraban idóneo
para los intereses de clase dominante y la realidad del momento.
El
epistemólogo chileno, Humberto Maturana, se refiere a la realidad como no
pre-existente, sino como creación del observador. Es pues, de suma importancia,
conceptualizar ésta, no en base a los supuestos del imaginario colectivo, lo
que solemos creer es, sino por el contrario bajo el carácter del estudio sistemático
de la teoría que conduce a comprender los procesos sociales, lo que ocurre mas allá
de la divinización de los actores visibles y siempre sobre la base de las
relaciones económicas en pugna al momento de los conflictos presentes. Es
importante aclarar, que Venezuela no es el centro del mundo, no actúa ni vive
aislada de los intereses internacionales, por lo tanto; no crea la dinámica
mundial, pues no es el todo, es una parte del todo; recrea situaciones que ya
han ocurrido en otros lugares y en otros tiempos históricos en que otros países
se han enfrentado a las potencias mundiales, afectando los intereses económicos
de éstas y en consecuencia intentando dar la vuelta a un orden mundial
establecido a través de visiones políticas bien definidas, como las que
sustenta el Capitalismo.
Actualmente,
se han presentado manifestaciones de carácter violento, más allá del daño
físico causado a personas y bienes de carácter público y privado; por parte de
sectores opuestos a los logros sociales que el Gobierno Bolivariano ha
permitido gocen un grueso porcentaje de la población a nivel nacional. Las
recientes declaraciones emitidas por parte de una vocera de la oposición
económica y política del país, ante el parlatino, deja entrever que desde su
posición de clase, se refiere a una realidad totalmente distinta a la que
pueden hacer mención las personas que han sido atendidas por los programas
sociales impulsados desde las políticas públicas gubernamentales, por ello, la
realidad no pre-existe sino que se crea desde la visión que se tenga de
sociedad.
Venezuela,
no atraviesa por un caso excepcional en que por medio de acciones violentas un
grupo social intenta tomar el poder, por el contrario, la violencia ha sido
parte de la dinámica relacional humana del país, desde el mismo momento en que
adopto el nombre de Venezuela. Las luchas políticas se han dado con mayor o
menor grado de violencia en distintos periodos de tiempo, buscando instalar modos
de producción acordes a la visión de quienes aspiran el poder en el territorio,
así también, para justificar los cambios en lo que se han bosquejado estos
procesos, tanto las versiones oficiales como las de oposición a los gobiernos
de turno, han invocado nobles virtuosidades del sistema e ideales de los
libertadores, pero no en su totalidad, sino en aquellos parajes de la historia
que a cada quien convienen. Hoy se escucha en las manifestaciones violentas de
calle, clamar por la libertad, sin especificar a qué libertad se refieren, pues
cuando su método de lucha instala guayas para degollar ciudadanos, quemar
vehículos, cerrar vías públicas y solicitar intervenciones extranjeras aun
cuando el mundo conoce el producto de ellas para los pueblos, se debe explicar
claramente desde el gobierno afectado, a que libertad se refieren los
detractores.
La
violencia hoy, se ha agudizado fundamentalmente, porque a 18 años de Revolución
las contradicciones de clase también lo han hecho, y porque probablemente, ya
se vislumbra un cambio real, en estructura y superestructura del modo de
producción, lo que pudiera afectar seriamente los intereses transnacionales de
potencias económicas que ven en Venezuela, un país bananero, en este caso
productor de petróleo en pleno siglo XXI.
Es menester que el Estado venezolano, desde la visión estratégica de sus
actores políticos y de gobierno, enfrente de manera clara y contundente, los
objetivos propuestos desde el centro del capital mundial, y el desarrollo de la
idea de la toma del poder político por parte de “altos estratos que han perdido razones objetivas de sus estatus
privilegiado, el cual ya no está acorde con la infraestructura social y con las
nuevas ideas que se extienden paralelamente a los cambios de estructura”
(Scheler, 2004:21). La pseudo-burguesia[2]
nacional.
La
lucha por la consolidación de una República Revolucionaria, no solo puede
darse en el campo internacional, debe
también hacerse a la interno del país, pues ambos campos constituyen el mundo
de las ideas económicas y políticas, actuando directamente en el pensamiento de
los opuestos al nuevo modelo, haciéndoles entender la estructura de la
motivación como dinero-mercancía- dinero en lugar de mercancía-dinero
–mercancía como lo planteaba Marx, creando enemigos en ambos escenarios, lo cual puede resultar peligroso
para la estabilidad y la paz de la nación. Aquí es oportuno parafrasear a Jaime Pardo Leal[3], cuando
dice que el enemigo no perdona ni olvida,
el enemigo de clase, aun cuando por
desconocimiento de ésta, se enfrente a ella.
Hoy
se pueden apreciar los múltiples métodos de instrumentalización que utiliza el
Capitalismo internacional para consolidar su ideología[4]
fuera y dentro de Venezuela, el pronunciamiento de la máxima autoridad del
Ministerio Público, culpando a los órganos del Estado por las situaciones de
agresión y vulneración de derechos ciudadanos en el marco de manifestaciones de
oposición, hace parte de la lucha ideológica que libra la forma de Revolución
que adelanta el Gobierno Bolivariano frente a la imposición de la idea de democracia burguesa, que “no apareció de ningún modo por virtud de
los medios democráticos” (Trosky,2009:69) y que hoy defienden los herederos
de los socialdemócratas que gobernaron el país entre 1958-1998. No solo
accionan en el campo práctico de la violencia armada y urbana causando terror y
afectando derechos de los connacionales, sino también, desde las instituciones
que se han creado para fortalecer el nuevo modelo económico, político y social
que se impulsa desde el año 1999.
Es
decir; desde el Estado, se debe hacer frente a la lucha ideológica que tiene
como objetivo consolidar mecanismos de dominación por parte de la
pseudo-burguesia nacional, haciendo uso de otra institución como la Defensoría
del Pueblo, la cual debe apropiarse de “la
tarea fundamental de las fuerzas revolucionarias, la cual es construir un
discurso contra- ideológico” (Varas, 2015:42) capaz de dar visibilidad a
los daños que las acciones de la contrarrevolución están causando en la
sociedad venezolana contemporánea. Si el Ministerio Público, encargado de
asegurar los procesos de acceso a la justicia en el país, parcializó su visión
en función de proteger los intereses de clase, que su máxima autoridad adquirió
en Revolución, alejándose del objetivo funcional de la institución, entonces la
Defensoría del Pueblo, debe entrar en la contienda garantizando los derechos de
los venezolanos que sistemáticamente han venido siendo vulnerados, por los
actores políticos de oposición en cada mensaje enviado a través de las redes,
en cada vía pública cerrada, en cada inmueble calcinado, en cada representante
de los órganos de control herido u asesinado, en cada ciudadano quemado o degollado, en todos y cada uno de los
supuestos jurídicos que se hayan visto vulnerados producto del intento de “ la demolición de las organizaciones obreras[5],
en la destrucción de las reformas sociales y el aniquilamiento completo de los
derechos democráticos, con objeto de impedir la resurrección de la lucha de
clases del proletariado”. (Trosky, 2009:30).
Es
necesario, que la ciudadanía vea una Defensoría activa, misionera y
comprometida con el estado de bienestar que la Revolución Bolivariana ha venido
fomentando en los años en que ha estado al frente del Estado como gobierno.
Ante el desclasamiento de actores claves en el Ministerio Público, el Defensor
del Pueblo y todos los representantes de la institución, se deben activar
intentando evitar que la nación sucumba ante la propuesta de la
pseudo-burguesia nacional, que reconoce muy bien que el “imperialismo suele adoptar otros métodos para mantener el dominio, o
bien tratar de dividir el frente Revolucionario desde dentro o bien enviar
fuerzas armadas para ayudar directamente a los reaccionarios del interior”
(Mao Tse Tung, 1969:53). Ante las actuales circunstancias, la coherencia debe
acompañar el accionar de la institución, debe permitir tanto a lo interno como
ha lo externo del país, visibilizar que significa la violencia en los términos
políticos actuales para Venezuela, quienes son los actores violentos, y como la
violación sistemática de derechos fundamentales se ha venido dando no solo con
las acciones de calle, sino también con la simbología utilizada por la
oposición en cada una de sus manifestaciones.
No
es tiempo de vacilar, es el momento de acciones concretas que permitan hacer
sentir a la población, que la decisión de enrumbarse en el año de 1999, al
cambio del orden establecido por la democracia burguesa, no ha sido en vano, y
que la Defensa del Pueblo, se encuentra representada en los actores del
gobierno que se eligió con más votos que una asamblea legislativa, que una
gobernación o una alcaldía en el país, y que esa representación tiene
conciencia del rol histórico que cumple ante las actuales circunstancias, en
que el mundo de valores del Capitalismo intenta elevarse sobre los valores de
la propuesta Revolucionaria, de una
sociedad más justa y equitativa, usando mecanismos violentos y culpando de su
accionar a los órganos que deben cumplir el rol de garantizar estabilidad y paz
para la República.
Es
la Defensoría del Pueblo, el actor válido
para que la institucionalidad haga frente a quienes el Capitalismo extranjero
ha hecho creerse más pueblo que el resto, aun siendo minoría.
Luis Fernando Claros Posada
Publicado en https://www.aporrea.org/ddhh/a247225.html
Bibliografía
Scheler, M. 2004. Sobre el
resentimiento. Fundación Manuel García-Pelayo. Caracas.
Trosky, L. 2009. Que es el Marxismo / Su
moral y la Nuestra. Fundación Federico Engels. Madrid.
Tse Tung, M. 1969. Las contradicciones.
Editorial Grijalbo. México.
Varas, I. 2015. Riesgos de la Ideología.
Trichera. Caracas.
[1]
Modo incluso de entender que es poder y quienes son pueblo en los procesos
políticos nacientes post-independencia.
[2] Se
recomienda revisar el concepto de nacimiento de la burguesía, para comprender porque
el autor se refiere a pseudo-burguesia nacional en Venezuela.
[3]
Abogado y político colombiano perteneciente a la Unión Patriótica (1941-1987).
[4]
Entiéndase por esta, en los términos empleados por Marx, como falsa conciencia.
[5]
Hoy podríamos llamar de base, comunales y sociales.
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